Hay que hablar con la verdad, sin tapujos, con toda la sinceridad y honestidad posible. Es cierto que quizás, como afirma por estos días gran parte del mundo cinéfilo, el único punto destacable de Piratas del Caribe: La venganza de Salazar, la quinta entrega de la saga, sea haber recuperado el espíritu de la primera película.
Pero eso no es poca cosa, sobre todo si se tiene en cuenta que con las últimas dos entregas Piratas del Caribe: En el fin del mundo (2007) y Piratas del Caribe: En Mareas Misteriosas (2011) la franquicia estaba en un punto de desgaste y ausencia creativa que, lamentablemente, parecían condenar al olvido a la historia.
Sin embargo, el sentimiento de aventura y semblanza pirata no estaban perdidos. Ambos estaban guardados en un cofre, como un tesoro escondido en una isla desierta, esperando a que alguien los encuentre. Los encargados de esta difícil tarea fueron los directores Joachim Rønning y Espen Sandberg (kon-Tiki, 2012). Los realizadores se animaron, quizá dejando algunas pretensiones artísticas personales de lado, a encausar y retomar el camino de aventura y humor que marcó, en 2003, la exitosa Piratas del Caribe: La Maldición del Perla Negra.
Los noruegos centraron toda la atención de la película en los personajes históricos y, si bien hicieron un gran trabajo de efectos especiales, por otro lado, también desarrollaron una trama divertida, ligera y vertiginosa. Ese aspecto fue posible, en gran medida, por el sobrio aporte que realizó Jeff Nathanson (Atrápame si puedes, 2002) en el guión de esta quinta entrega.
Piratas del Caribe: La venganza de Salazar comienza con el extrovertido y legendario Capitán Jack Sparrow (Johnny Depp) prisionero del Imperio Británico. En apuros y a punto de ser ejecutado junto a una joven mujer (Kaya Scodelario), Sparrow tiene que recurrir a la ayuda de Henry (Brenton Thwaites), hijo de Will Turner (Orlando Bloom) y Elizabeth Swann (Keira Knightley), dos de los personajes que participaron de las primeras entregas de la saga.
Los tres protagonistas deberán embarcarse en una nueva aventura para dar con el paradero del Tridente de Poseidón, un poderoso artefacto que otorga a su dueño el control de los mares. Henry lo hará para poder liberar a su padre de la maldición del Holandés Errantes y Sparrow para poder escapar de un grupo de piratas-fantasmas que están comandados por el terrorífico capitán Salazar (Javier Bardem), uno de sus viejos enemigos. Este último aspecto deja algunas sensaciones encontradas. Bardem logra posicionar a su personaje como un buen villano, más si se tiene en cuenta que el capitán Héctor Barbossa (Geoffrey Rush), otro de los enemigos de Sparrow, encara en esta oportunidad un papel con aires de ambigüedad y redención, lo que hace que el español sea el único malo de la película.
No obstante, el personaje de Salazar roza muchas veces el extremo del ridículo y lo bizarro. No derrapa, pero bordea una línea peligrosa. Una línea que podría haber detonado toda la interpretación y derrumbado la credibilidad del villano en la historia. Por momentos parece salido de un film de Tim Burton. De todos modos, Bardem deja un saldo positivo en su papel de un feroz y despiadado asesino de piratas. Le hace honor a su apodo de El matarife del mar.
Por otro lado, los personajes de Carina Smyth (Kaya Scodelario) y Henry Turner (Brenton Thwaites) no revolucionan la película, pero cumplen con su función principal: ser la historia paralela a Jack Sparrow. Al igual que lo hicieron Orlando Bloom y Keira Knightley hace 14 años, los jóvenes actores inyectan de oxígeno a la trama. Especialmente la bella Scodelario, quien cobra gran relevancia y deja con ganas de más.
Johnny Depp entrega más de lo mismo, pero tampoco se le puede pedir otra cosa. Si bien es la quinta vez que el actor se pone en la piel del legendario pirata, en esta oportunidad se ven algunas reminiscencias del primer Sparrow. El guión, en el cual estuvo involucrado, ayuda bastante en esta nueva interpretación para mostrarlo fresco y nuevamente divertido.
En una saga que parecía terminada y destinada al olvido, Piratas del Caribe: La venganza de Salazar sopla como un viento de cambio, como un viento renovador. El regreso a la aventura, la diversión y la fantasía al estilo de la primera película reviven a toda la franquicia. La quinta entrega no se presenta como un cierre, sino como tímido resurgir.