Lo nuevo del prolífico director francés François Ozon es un drama basado en casos reales, que expone casos de pedofilia por parte de sacerdotes y que la Iglesia conoce y oculta.
La nueva película de François Ozon comienza con una voz en off. Un hombre que se presenta y da a conocer que fue abusado por un sacerdote. Pronto entendemos que eso que escuchamos es la carta que está escribiendo al cardenal a cargo cuando se entera de que aquel hombre sigue hasta el día de hoy trabajando con niños. Alexandre está casado y tiene cinco hijos y tanto con su mujer como con sus hijos habla abiertamente de lo que le pasó, porque entiende que ésa es la mejor forma de prevenirlo.
En Por gracia de Dios vamos siguiendo primero a este personaje, a través de su lucha por hacerse escuchar y lograr que se haga algo, con un enfrentamiento cara a cara con su abusador incluido. Pero después van apareciendo otros casos y las líneas narrativas ya no siguen un camino preciso. Así, aparece un amigo de su infancia y Ozon se va despegando de quien parecía ser su protagonista para seguir, a su turno, el hoy de estos otros hombres que también fueron abusados y que, uniéndose, buscan y encuentran modos de hacerse escuchar. Porque cuando uno escucha que no está solo resulta más fácil abrirse.
La estructura entonces no es clásica. Los personajes se juntan en varios momentos pero en general se los sigue por separados, cada uno a su tiempo, casi como diferentes capítulos de una misma historia pero, a diferencia de como hizo en Joven y hermosa, por ejemplo, cada capítulo no retrata una estación, una época, sino a un personaje distinto. Esto le sirve a Ozon para mostrar cómo un abuso en la infancia puede derivar en diferentes tipos de traumas. También se nos muestra que cada familia es un mundo y cada uno de ellas también ha tenido diferentes tipos de reacciones ante el conocimiento del abuso.
El director y guionista, que en general se caracteriza por sus historias provocadoras, acá opta por una temática fuerte y difícil y la retrata con mucha elegancia, distante y fría por momentos y, al mismo tiempo, alejada de cualquier tipo de morbo o lugares comunes que podrían haber sido esperables en una historia así, hasta los flashbacks son muy sutiles. Lo que fácilmente podría haber caído en un drama subrayado y de golpes bajos deriva en una película que, sin necesidad de criticar la fe y la religión, cuestiona la hipocresía de la institución.
Por gracia de Dios está además filmada de manera impecable, aunque por momentos Ozon pareciera regodearse en su talento y las escenas se alargan un poco más de lo necesario. Otro punto a favor del film es el elenco, con actores que consiguen brindar mucha dimensión a sus personajes sin histrionismos, incluso con el personaje interpretado por Swann Arlaud, Emmanuel, a quien el abuso lo dejó severamente conflictuado. El uso o no de la música también termina de acentuar el tono buscado.
Por gracia de Dios es una película sobre una cruda realidad. Ozon retrata algo más que una historia sobre el abuso infantil, además muestra las diferentes formas de sobrellevarlo y al mismo tiempo sitúa a la institución religiosa como la gran silenciadora. Sin artificios ni manipulaciones, de una manera sencilla y con una narración precisa logra estremecernos.