La guardia eterna
El cine de Berneri (que con esta suma cuatro largos en su haber) se torna intimista y realista cuando se trata de acompañar discretamente con la cámara a Julieta (Erica Rivas). La cámara reposa, pasiva, en un costado mientras la protagonista intenta trabajar, y de fondo se escucha a sus hijos pelear, discutir, y portarse mal, secuencia que dura unos ocho minutos más o menos. Con este ejemplo se ilustra casi todo Por tu culpa (2010), drama familiar que retrata la noche de una madre de clase media-alta que intenta no explotar cuando todo se desborda por un descuido con sus hijos.
Pero, como decíamos, lo más rescatable de este film es su dirección. Berneri nos convierte en un testigo que, como si fuera de paso, descubre de soslayo la historia de Julieta. El personaje encarnado por Rivas debe lidiar con dos hijos inquietos (en fin, son sólo criaturitas de Dios) que no la respetan y viven el momento de crisis del matrimonio de la familia. Todo eso, potenciado cuando nos trasladamos a la segunda de las cuatro locaciones que tiene la película, un hospital.
El tiempo casi real que maneja Berneri, logrado con un muy buen trabajo de montaje, se desmorona con la poca profundidad en el desarrollo de los personajes, así como cierta dejadez en la profundidad de la historia a contar. Todo es muy burocrático. Tanto, que si queremos saber qué siente Julieta nos tenemos que sentar un rato en la sala de espera de una guardia, y no necesitamos ver Por tu culpa. Y ése es el mayor defecto de la técnicamente excelente película de Berneri: es innecesaria. Se queda a mitad de camino como una historia más de tantas que viven las madres de una sociedad con un ritmo vertiginoso (como el que supone y proponen Wolf y Berneri con su guión), obligaciones laborales y complejidades horarias. Es decir, como cine quizás cumple, pero como un todo deja bastante que desear.