Una comedia que mezcla géneros, estilos, personajes y música con una narración muy ágil y personajes de caricatura.
La risa es vello… corporal. En lo que respecta a los personajes de esta exótica y divertida historia, alrededor de una cascada escondida en el norte de Argentina, donde el agua hace crecer milagrosamente el cabello a quienes la prueban. Esto llama la atención de un yuppie porteño (Nicolás Vázquez), un muchacho que no puede escapar a la sombra de su exitoso padre empresario, quien decide marchar hacia ese lugar, para montar allí su propio paraíso de la recuperación capilar. Su confianza es alta, pero se enfrentará a las costumbres de un pueblo algo primitivo, muy religioso, y muy celoso guardián de su secreto.
Como salta a la vista, Por un puñado de pelos no es una comedia costumbrista, al estilo de las que hacen Marcos Carnevale (Elsa & Fred), Guillermo Francella o Adrián Suar. Pero es tan buena y popular, en lo suyo, como aquellas. Es más: no hay divisiones entre todos estos artistas. Algunos ya trabajaron juntos en el pasado. Y los que no, es probable que lo hagan; que nadie se sorprenda de ver a Francella o Suar en alguna de estas comedias "tipo ovni" como las denominó alguien.
Esta muy buena comedia, entonces, marca el acierto del camino por el que el director Néstor Montalbano viene remontando la cuesta desde hace al menos 10 años. Después de debutar con un policial en 1998 (Cómplices), se rapó las ideas y se convirtió al humor. Ya en 2003, estrenó su primera comedia, Soy tu aventura, donde dos ladrones de medio pelo secuestran al cantante Luis Aguilé y no consiguen que nadie pague rescate por él. Luego vinieron El regreso de Peter Cascada (2005) y Pájaros volando (2010), donde se acentuaron las marcas de un estilo propio. Sólo puede decirse, porque es evidente, que en sus argumentos encajan actores como Diego Capusotto, o Fabio Alberti, que transitan un humor parecido pero no el mismo. Y también que los actores "dramáticos", tienen un lugar en ellos, como Jorge Marrale, Atilio Pozzobón, Luis Luque, Verónica Llinás, entre otros.
También es importante subrayarlo el lado exótico o excéntrico del filme. Los personajes son únicos, como si no se supiera dónde podrían existir. Son caricaturas de gran confección. En este relato, son capaces de faenar un animal y estrechar una mano sin lavarse la sangre, tener 105 años y hablar sólo con refranes, o haberse reencarnado en un chancho peludo.
Toda esa atmósfera, que no desconcentra ni es artificial, porque además la historia está contada con mucho oficio, está caricaturizada aún más por la presencia en el elenco de personajes de la vida real como Carlos "El Pibe" Valderrama, el exastro del fútbol colombiano, distinguido por su cabellera en tirabuzón rubio, o el músico uruguayo Rubén Rada, también famoso por recurrir el estilismo para embellecer su pelaje afroamericano.
La música es otro tópico divertido. Hay una mezcla refrescante de ritmos, que pasan por la música indígena, el western espagueti (Por un puñado de pelos es alusión al clásico Por un puñado de dólares), la electrónica, la música relajación o el flamenco, cada vez que los villanos acechan al agua sagrada, como los conquistadores lo hicieron con esa comunidad donde aún pervive la triste, romántica y maravillosa leyenda del Chapí.