Hoy en día parece que el cine de terror ha elegido un solo camino posible desde Paranormal Activity y Cloverfield, el del falso documental y el found footage. La elección de producciones con presupuestos ínfimos y ganancias exponenciales va de la mano con una tendencia simplista que aspira a sólo hacer saltar la banca y no tanto al espectador de su butaca, con The Devil Inside y Emergo como claros ejemplos cercanos. Para suerte del público, The Possession es una rareza en su época, ya que no sólo no se vale del gastado recurso, sino que además logra ser una buena película.
Cuando un género es tan repetitivo, son pocos los nuevos aspectos que abordar. Ole Bornedal no tiene inconveniente frente a esto y, donde muchos directores suelen tropezar, él logra mantenerse firme para entregar un producto que, sin ser original, se guarda algunas sorpresas en su caja dybbuk.
The Possession hace gala de un elenco de buen nivel liderado por Kyra Sedgwick y Jeffrey Dean Morgan, este último sin estar a la altura en todas sus escenas, pero en el que se destacan los menos familiares en la pantalla. Son de resaltar la participación del famoso rabino rapero Matisyahu, como la de la pequeña Natasha Calis, en la cual recaen los momentos de mayor desesperación y es quien realmente llega a ponernos los pelos de punta. En ese sentido es para remarcar el refuerzo notable que supone el manejo del sonido, siendo la explotación adecuada del mismo la clave para que estas sensaciones sean palpables.
Más allá de la vuelta de tuerca identificada con el folclore judío, no puede decirse de The Possession que sea una pionera, con numerosas escenas que recuerdan a otros productos todavía frescos en la memoria reciente. La necesidad de diferenciarse llevará a que el director incurra en un método poco favorable como el recurrente corte a negro, de a momentos tan incómodo que llega a ser desconcertante.
Aún con las limitaciones de su guión, el film puede salir adelante con oficio, logrando a partir de recursos y narración clásica sobresaltar a un espectador que en más de una oportunidad no podrá quitar los ojos de la pantalla.