Puerta de Hierro, el exilio de Perón

Crítica de Maxi Janner - A Sala Llena

Después de interpretar al General Perón en la película Eva Perón de Juan Carlos Desanzo, Victor Laplace se vuelve a meter en la piel del fallecido presidente argentino para mostrar una etapa no demasiado conocida de su vida política, su exilio en Puerta de Hierro, España.

Más allá de su carácter histórico, este tercer film del intérprete, co dirigido por Dieguillo Fernández – que hace unos meses estrenó su ópera prima Uno – pretende exhibir al hombre detrás del mito, dotar de humanidad y sentimientos al personaje, darle un poco de cuerpo, comprender su historia personal, su entusiasmo y como nacen sus ideales, y convicciones políticas.

El problema principal del film, nace en las múltiples intenciones que desea revelar. Por un lado mostrar al General Perón en la intimidad, teniendo una relación – completamente ficticia – con una costurera española, que sirve para que el personaje muestre su costado más cálido y su interés por los trabajadores. Esta relación, acaso es la que está trabajada con mayor sensibilidad y sutileza. La otra intención, es mostrar su relación con Isabelita, y posteriormente con López Rega. Y aquí yace otro inconveniente. El retrato de ambos personajes roza la caricaturización, e incluso la sátira, lo cuál provoca que algunas escenas sean absurdas. ¿Era necesario mostrarlo a López Rega haciendo ritos satánicos con un coro de fondo que parece salido de un film de horror?

Estas decisiones son las que van metiendo huecos en una narración que tiene algunos puntos fuertes, como por ejemplo, la convicción con la que Perón prepara sus discursos para su regreso a la Argentina, la nostalgia, su posición ideológica frente a Montoneros o su relación con Cámpora.

La película de Laplace consigue mayor relieve en las escenas más íntimas, con diálogos más amenos y verosímiles, que en las secuencias más conocidas por la historia argentina, como el bombardeo del 55 o la llegada del cadáver de Eva a Puerta de Hierro.

Cuando Laplace y Fernández pintan al hombre hay momentos notables, pero cuando intentan atarse a los hechos reales, las escenas no terminan siendo completamente creíbles. A esto hay que sumarle que varios diálogos son un poco discursivos y obvios con respecto al mensaje que pretenden transmitir al espectador, y los flashbacks de la infancia no suman interés a la narración.

Victor Laplace lo tiene bien estudiado al personaje, y sin duda su interpretación es lo mejor del film. También ayudan las actuaciones de Javier Lombardo y Manuel Vicente como Cámpora.

Puerta de Hierro, es un capítulo no demasiado conocido por los argentinos, y la intención de Laplace y Fernández es más que honorable al llevarla a la pantalla grande, aún cuando los resultados finales, en sentido cinematográfico, no terminan siendo del todo convincentes.