Otro gran homenaje al cine de siempre
La película de Daniel de la Vega recobra un género tan olvidado en el arte local como el policial negro y consigue homenajear a los mejores exponentes del mismo
Me voy a poner muy subjetivo al escribir esta crítica porque la absoluta verdad es que Punto Muerto es un film que de ninguna manera debería pasar desapercibido en su paso por la cartelera local.
Y esto es porque en esta ocasión se nota que el director Daniel de la Vega se dio el gusto de hacer lo que realmente quería hacer: un gran homenaje al policial negro de época dorada del cine nacional e internacional. Filmada en blanco y negro, en un solo escenario, con los contrastes a pleno como no se veía desde Sin City (2005) de Robert Rodríguez, Punto Muerto cuenta una historia vista mil veces para los cinéfilos pero inédita para el público renovado.
Luís Peñafiel (Osmar Nuñez) es un escritor que acaba de finalizar una novela que plantea un crimen perfecto cometido un hotel, en una habitación cerrada por dentro, y conocerá a un joven aspirante a escritor (Lupus, Rodrigo Guirao Díaz) y a un soberbio crítico literario (Luciano Cáceres) con quienes comparte el asombroso desenlace de su próxima novela. Esa misma noche uno de ellos morirá y el otro será sospechado de un crimen que parece el de su relato.
Bajo este concepto, tan sencillo como atrapante, De la Vega construye un relato atrapante, como esas películas que vemos una y otra vez pero no cansan por la belleza del perfecto rompecabezas que construye su relato.
En el apartado artístico, la fotografía de Alejandro Giuliani es soberbia como el crítico de la película, con claroscuros que magnifican cada escena a su máxima expresión y convierten cada escena en un cuadro por sí solos.
Asimismo el sonido es claro y fuerte, no en vano los implementos técnicos que utiliza siempre este director son de lo más avanzado en la industria local. Esto permite también que se luzca a pleno la música incidental que compuso Luciano Onetti, otro gran amante de las películas de antaño junto con su hermano Nicolás con quienes realizaron Francesca y Abrakadabra, entre otras.
En el reparto, se destacan los protagonistas Osmar Nuñez y Luciano Cáceres, que compone a una criatura digna de su galería de personajes, un odioso hombrecito. También se resalta el regreso de Daniel Miglioranza, Natalia Lobo y la siempre bienvenida presencia de Diego Cremonesi. Otro gran hallazgo es el de colocar a Rodrigo Guirao Díaz en un papel escrito a su medida, que lo saca del puesto de “galancete” de turno.
Ojala Punto Muerto sea, paradójicamente, el momento más vívido de la carrera de este director, que apuesta una y otra vez al cine de género y esta vez optó (por suerte) a lo clásico en lugar del slasher, que suele marginar a una gran parte de su potencial público de las salas y en ocasiones, como en Ataúd Blanco (2016), no está a la altura de su verdadero talento.