La nueva película escrita y dirigida por Daniel de la Vega es un policial negro, género al que emula y homenajea.
Osmar Nuñez es Luis Peñafiel, un escritor de una famosa saga literaria que tiene como protagonista a un mismo detective que va sorteando los diferentes y difíciles casos que se le presentan. Es invitado por Irene Ocampo (Natalia Lobo), a un hotel del interior, para una serie de encuentros literarios. Ya en el viaje en tren se encuentra con su mayor enemigo: Edgar Dupuin (Luciano Cáceres), un despiadado crítico que siempre se encarga de destruir sus obras. No es el único encuentro que se da antes de llegar, también está Gregorio Lupus (Rodrigo Guirao Díaz), un escritor más joven y ferviente admirador de Peñafiel.
Durante todo el relato esos tres personajes, que a la larga se parecen mucho, discuten sobre la posibilidad de crear la gran obra literaria, como si todo se tratara simplemente de una fórmula. Y Peñafiel siente que está muy cerca, que sólo tiene que resolver el caso de la habitación cerrada: un crimen en el que no se entienda, pero sea probable contar cómo salió el asesino del lugar del crimen. Y que al mismo tiempo la resolución del misterio resulte satisfactoria, que haya estado ante nuestros ojos pero también nos sorprenda.
Después de un prólogo intrigante y la escena que presenta a sus protagonistas en ese viaje en tren, en ese hotel comandado por Ocampo los personajes confluirán y seguirán discutiendo sobre el arte hasta que, de repente, aparece un muerto en una habitación cerrada y todo comienza sospechosamente a parecerse a una de sus novelas.
De la Vega apuesta no sólo al blanco y negro para su película, sino a un estilo de cine clásico ya desde los créditos y la música. Con una puesta en escena que tiende a lo artificial, en el medio consigue generar misterio e incluso imprimirle humor y así consigue lo mejor de sus actores, donde sin dudas sobresalen Osmar Núñez y Luciano Cáceres, aunque otros como Sergio Boris y Diego Cremonesi quedan desaprovechados en el camino. La música compuesta por Luciano Onetti termina de completar la estética de película de una época pasada.
Aunque el final se resuelve algo apresurado y embrollado haciendo, de todos modos, caso al estilo del tipo de policial que homenajea, Punto muerto resulta un film logrado y entretenido, atrapante y lleno de referencias, sobre todo literarias y victorianas (algunas muy evidentes, como las que conciernen al padre del policial: Edgar Allan Poe).
Un importante punto a favor del film es que más allá del homenaje y de la cantidad de influencias a las que pretende referenciar, no por eso deja de lado la oportunidad de contar una buena historia, de manera cuidada y precisa; una cosa no se come a la otra.
Después de las fallidas Necrofobia 3D y Ataúd blanco, Punto muerto muestra a un De la Vega más maduro tanto en su rol de director como en el de guionista. Una agradable experiencia en especial para quienes disfrutan de los policiales, tanto en cine como en literatura.