La pasión y el enamoramiento, con el correr de los años, dejan una relación de compañerismo entre las dos personas que conforman esa pareja. Alimentar el amor, innovar, generar sorpresas constantes es el gran desafío para todo matrimonio que se precie de ser feliz y que intente perdurar a lo largo del tiempo. Treinta años después del “si, quiero”, Kay (Meryl Streep) y Arnold (Tommy Lee Jones) construyeron una relación cordial, armónica, monótona y alejada del romanticismo de su juventud.
Kay decide que ambos deben inscribirse en una sesión intensiva de terapia de pareja, una semana alejada del trabajo, la familia y las responsabilidades que los han ido separando en las décadas pasadas. Con los ejercicio propuestos por su terapeuta (Steve Carell), ambos descubrirán que volver a despertar la pasión y descubrir qué fue lo que los enamoró en primera instancia no será tarea sencilla.
Pocas son las veces que una comedia dramática de claro perfil romántico es protagonizada por una pareja cuyas edades se encuentran promediando los 60. Este desafío y el riesgo que han decidido encarar los productores, basados en un best-seller, bien merece ser destacado. Alejado de la cruel sátira al mundo de la moda que los unió en 2006, la dupla conformada por Streep y el director David Frenkel, vuelve a rendir sus frutos. Aquí nada fue edulcorado o teñido de histeria adolescente: Kay sufre hasta un punto insoportable el desamor y la falta de consideración de su marido, sentimientos que Streep transmite con sutileza y con una variedad de recursos que a penas en una mirada puede condensar toda esa desesperación y sufrimiento. Carell, en una de sus composiciones más sobrias y contenidas, sale airoso del desafío de competir de igual a igual con dos figuras del peso de sus compañeros de elenco.
“Hope Springs”, titulo original que remite al pueblo en donde se desarrolla la terapia, es una historia de amor adulta contada con el nivel que el público al que está dirigida se merece.