Enredos y secuestros
Hollywood ha contado muchas y variadas historias de amistad y Quiero matar a mi jefe 2 es una de esas, aunque el título sugiera otra cosa. Es una de esas y además con éxito probado en su primera entrega, lo que los animó a encarar esta segunda parte cambiando de director y manteniendo al trío de protagonistas, más algunas salidas y entradas en el coro de consagrados que se distribuyen los papeles secundarios. Por ejemplo, siguen Kevin Spacey y Jennifer Aniston, salieron Donald Sutherland y Colin Farrell, pero entraron Jamie Foxx y Christophe Waltz, este último con carrera en ascenso.
Esta vez los muchachos para liberarse de los malditos jefes han concebido una lucha inteligente con mucho futuro comercial. Están buscando socios capitalistas pero lo que encuentran es la basura del sistema. Un empresario ruin y deshonesto que los traiciona para quedarse con el producto y con la patente. A partir de ahí, un secuestro y más enredos.
Pero este es sólo el comienzo de una historia con muchos golpes de efecto, cambios de rumbo repentinos que mantienen la atención del espectador en alto por la vía de la sorpresa seguida de una nueva sorpresa y así.
Quiero matar a mi jefe 2 es buena en ese aspecto. Se las arregla para hacer ese juego 10, 15, quizá más veces, y lo bueno es que no se deja adivinar fácilmente. Se empieza a esperar el consabido golpe de efecto, pero las formas en que éste aparece siguen teniendo algo de inteligente, alocado, o de algún otro ingrediente, que lo vuelve amistoso.
El chichoneo permanente entre los tres amigos no es para cualquiera. Códigos de hombres pero no de todos los hombres, de a ratos demasiado localistas y que se repiten demasiadas veces conviven con momentos más frescos y cómicos. Una ensalada para comer algo y dejar el resto.