Para muchos de nosotros Islandia significa sólo una cosa: Bjork. Pero la isla también produce otro tipo de arte. “Rams” es una historia de rivalidad filial en un remoto valle de ese país, que comienza como una comedia excéntrica sobre una competencia de cría de ovejas y que lentamente encara hacia un cuento conmovedor sobre la soledad y la amistad. La película se centra inicialmente en Gummi (Sigurður Sigurjónsson), un criador de ovejas cuyo afecto por su rebaño es evidente y sincero. A unos metros de su casa vive Kiddi (Theodor Júlíusson), su hermano mayor con el que no ha intercambiado una palabra durante cuarenta años.
La profundidad de la rivalidad entre hermanos se hace evidente cuando Gummi se lleva el segundo puesto en la competencia que Kiddi gana. La victoria, sin embargo, se demuestra pírrica, cuando Gummi se da cuenta que su carnero tiene síntomas de una enfermedad mortal llamada tembladera. La enfermedad pone en peligro a todas las ovejas en el valle.
Los hermanos reaccionan ante la noticia de maneras muy diferentes. El director, Grímur Håkonsson enmarca sus personajes con simpatía e ingenio irónico, pero nunca se burla de ellos. Tampoco se toma la vida ordinaria y el paisaje como excusa para hacer largos planos contemplativos, mantiene su narrativa fuertemente centrada en el conflicto y la película resulta entretenida y con un tercer acto en constante movimiento. La comedia absurda de los hombres amantes de sus ovejas se disipa a medida que nos damos cuenta cómo sus animales eran mucho más que un medio de vida, algo con una profunda conexión con su propia identidad y la tierra a su alrededor; en comparación su larga enemistad parecerá insignificante.