Con el correr de las secuelas, las sagas cinematográficas suelen ir perdiendo fuerza, calidad e interés. Pero no es el caso de la franquicia de Rápido y Furioso. La mezcla de autos y carreras alucinantes, antihéroes, mujeres bellas y música estridente no deja de cautivar a los espectadores. La sexta parte lo prueba perfectamente.