Pocas veces una saga se fue perfeccionando con el correr de las entregas, pero ese fue el destino de la saga Rápido y furioso desde que cayó en manos del oriental Justin Lin, hace ya 3 películas. Rápidos y Furiosos 5: Sin control apuesta por el camino del ridículo y la desfachatez a máxima velocidad, como una especie de Crank sobre ruedas. La película es tan irresponsable como manejar pisando el pedal a fondo y por eso la incorrección política de la película, desde la sobreabundancia de colas y siliconas hasta el trato que se les da a los habitantes de la anfitriona Río de Janeiro, es mucho más divertida que irritante. Fast Five es una pequeña película para ver de paso y sacarse las ganas de gritarle “¡FIERRO!”.