La apuesta era grande: adaptar una novela de ciencia ficción que podía pasar desapercibida como tantas otras en los últimos tiempos. Pero Steven Spielberg no es un director más. En Ready Player One (2018), su último trabajo, el realizador mima y toca el alma de varias generaciones. Las nuevas y las que crecieron viendo sus películas.
Como un número diez que devuelve todas las pelotas al pie, Spielberg es el jugador distinto, el que hace lo que los demás no pueden. ¿Qué cosas? Aglutinar referencias ochentosas sin empalagar. Un recurso gastado y poco original, pero que con su visión y talento logra imponerlo de una forma lírica y magistral.
El director combina un crisol de elementos cinéfilos y de videojuegos uno más divertido que el otro. No hay nada de más ni nada de menos. No satura. Es diferente a la mayoría de la series y películas del momento.
Así, por ejemplo, el protagonista de la película vive miles de situaciones delirantes. Cosas como manejar el DeLorean de Volver al Futuro (1985), ser rescatado por Goro de Mortal Kombat, ser perseguido por el T-Rex de Jurassic Park (1993) o cruzarse con Jason Voorhees (Viernes 13, 1980).
Y Todo eso sumergido en un juego de realidad virtual en el que cada ser humano puede tener su ávatar y ser lo que quiera ser. No hay límites para la imaginación. Increíbles efectos especiales y una historia súper entretenida.
Ready Player One es una adaptación de la novela homónima del escritor Ernest Cline. En 2045 el mundo está en decadencia y un juego de realidad virtual llamado OASIS funciona como la vía de escape de las personas. En ese contexto, Parzival (Tye Kayle Sheridan), el avatar del joven protagonista, buscará tres easter-eggs ocultos en el juego para obtener medio billón de dólares y el control total del videojuego.
La película pierde por momentos al ser demasiado aleccionadora sobre el tema del uso de la tecnología. Pero no es pretenciosa. Todo lo hace sutilmente, siguiendo la trama y la historia de los personajes. Sin golpes bajos, todo a un ritmo vertiginoso y de buen timing. Hasta la dosis de amor se desarrolla sin problemas y sin transformar en meloso todo lo demás.
Ready Player One demuestra que, si hablamos de aventura y ciencia ficción, Spielberg continúa en los primeros puestos. Y también confirma que el hombre que supo crear clásicos inolvidables en los setenta y ochenta aún puede – dejando de lado su búsqueda más seria en el cine mainstream- volver a enamorar a más de una generación.