Parecía que para los ex agentes "jubilados y extremadamente peligrosos" como sugiere la sigla en inglés, había llegado la hora de hacer una vida normal, como vecinos anónimos en un calmo rincón suburbano. Por lo menos a eso apuntaban los deseos de Bruce Willis, que ya no quería seguir poniendo en riesgo la vida de Mary-Louise Parker, su joven pareja, aunque ella ya empezaba a entusiasmarse con la adrenalina. Pero no. No hay sosiego para ellos y no lo habrá tampoco en el futuro si la formula vuelve a resultar tan rendidora como lo fue en el film que inauguró la serie hace tres años. Así que alguna excusa habrá para que el grupo de veteranos (Willis, John Malkovich, Helen Mirren) vuelva a ponerse en movimiento, y de paso pueda ir instruyendo a la atrevida novata. Y por supuesto para que el film trate de interpretar el ánimo paródico del cómic original. Porque, por supuesto, Red 2 es una comedia de acción que se divierte a costa de los films de acción exagerando sus lugares comunes, burlándose de sus excesos y de sus anécdotas inverosímiles. Como caricatura, aunque con muchos altibajos y un libreto tan cargado de idas y venidas que se hace confuso, funciona mejor que como aventura de espionaje y violencia, apenas rutinaria. Y algo larga.
Si estos veteranos, parientes de Los indestructibles , entran otra vez en escena es porque WikiLeaks ha destapado una vieja operación vinculada con una superbomba que está escondida en algún lugar de Moscú y ha involucrado en el caso a estos dos viejos espías de la época de la Guerra Fría que encarnan Willis y Malkovich: el mundo entero está en peligro, de modo que no hay quien no los busque ahora, de la CIA y el M16 a los propios rusos. Lo grave es que ellos no saben nada del tema y tienen que salir a investigarlo mientras bombas y proyectiles de todo calibre les estallan alrededor y van dejando Europa sembrada de cadáveres y de vehículos destrozados al cabo de innumerables persecuciones. Porque, como cabe a ex colegas de 007, y aunque no siempre se entienda por qué, ellos andan de capital en capital.
Una secuela, ya se sabe, tiene que repetir los ingredientes, pero multiplicar las dosis. De modo que aquí todo crece, incluso el elenco: a los ya citados y a Brian Cox , aquel romántico ex agente de la KGB, se suman Anthony Hopkins, como el sabio loco inventor de armas de destrucción masiva; Catherine Zeta-Jones, agente rusa perversa e implacable y, para colmo, tan seductora que tiene sobre Willis el mismo poder que la kriptonita sobre Superman, y el coreano Byung Hun Lee, que pasa por ser el número uno de los asesinos profesionales del planeta. Mirren y Hopkins parecen divertirse, sobre todo cuando hacen sus respectivos shows de locura. El público, quizá no tanto.