Regresión

Crítica de Diego Lerer - Micropsia

Uno de los grandes nombres del cine español de la década del ’90 parece metido en una suerte de callejón sin salida un tanto extraño. Con películas españolas como TESIS y ABRE LOS OJOS, primero, y luego con la “hollywoodense” LOS OTROS, el de Alejandro parecía ser uno de los grandes nombres a explotar dentro del cine de suspenso internacional. MAR ADENTRO, una película que a mí no me interesa demasiado, fue igualmente popular aún en otro registro. De allí en adelante, sin embargo, pasó el tiempo y solo le conocimos la fallida épica histórica AGORA. Otros seis años debieron pasar para que Amenábar retornara y su película que abrió el Festival de San Sebastián, REGRESSION, parecía ser un regreso a las fuentes: al thriller, al suspenso, al misterio. Hasta su título lo presagiaba.

En cierto sentido, lo es. Pero no es tanto un “regreso” como una “regresión”, una vuelta atrás. Retornar a un género que parecía manejar con ingenio, astucia y talento para otorgar un producto olvidable, mediano, un thriller hollywoodense a media cocción, de esos que uno puede ver en la TV por cable y difícilmente sostendría su atención hasta el final, más allá de un elenco que incluye a Ethan Hawke y Emma Watson como protagonistas. REGRESSION deja en claro que hoy manejan mucho mejor el género otros autores internacionales españoles (Jaume Collet Serra, por ejemplo) que el que tal vez les abrió la puerta a muchos de ellos.

"Regression" Day 33Photo: Jan Thijs 2014La idea que sostiene la película es inteligente pero la factura es absolutamente pedestre, convencional, hasta parece desganada. Una suerte de regreso a la vieja escuela de los thrillers psicológicos con temas ocultistas (sectas, posesiones satánicas, etc) que fueron muy populares en los ’70 y los ’80 y que hoy se han convertido en un formato ya casi remanido y con secuelas por doquier, REGRESSION explora lo que sucede en una pequeña ciudad en la que un hombre llega a una estación de policía, en 1990, para confesar haber violado a su hija pero asegura no recordar detalles. El policía que toma su caso, Hawke, es asistido por un psicólogo (David Thewlis) que intenta sacar esa oculta verdad mediante hipnosis. De a poco, el caso irá girando hacia el lado de una posible posesión satánica, ya que también la propia chica violada (Watson) para testimoniar una situación similar en sus sesiones de hipnosis, y lo mismo pasa con otros miembros de su familia.

Hawke empieza a investigar una de esas sectas, que eran muy populares en esa época, y a tener sus propios sueños y pesadillas hasta que las revelaciones terminan llegando, aunque no de las maneras esperadas ni usuales. Si bien la idea que sostiene ese cambio de registro es interesante –no la vamos a develar aquí– lo que produce en términos cinematográficos no es muy rico ni en tensión ni en suspenso. Y la película avanza de una manera cansina y rutinaria, oscura y sin mucho vuelo cinematográfico, como un trabajo más –o por encargo– hecho por un director “del montón”. No es una película mala o sin mérito alguno, pero lo que tiene para ofrecer no la distingue de cualquier producto comercial olvidable en un par de semanas. Y uno, a seis años de la última película de Amenábar, y a más de una década de una suya buena, esperaba un poco más de su regresión –perdón, de su regreso– a la pantalla grande.