Scott Z. Burns dirige este thriller político que desenmascara la relación de la CIA con las técnicas de tortura utilizadas con sospechosos de terrorismo.
Hace unos años, Kathryn Bigelow narró en una película con varias nominaciones al Oscar el proceso que llevó a la captura de Bin Laden por parte de los Estados Unidos. En esa película se mostraba cómo para sacarles datos a los sospechosos que capturaban los sometían a diferentes tipos de tortura. Con Reporte clasificado, Scott Z. Burns, que viene de escribir varias de las últimas películas de Steven Soderbergh, que acá produce y claramente influencia, cuenta la historia de la investigación del Comité de Inteligencia del Senado que deriva en un reporte de siete mil páginas sobre el uso y abuso injustificado e inútil de la tortura por parte de la CIA.
A Dan Jones le dan un trabajo que parece tan engorroso como imposible: investigar a base de unas notas encontradas y el conocimiento de unas cintas destruidas sobre el Programa de Detención e Interrogación de la CIA. Los descubrimientos a los que llega lo llevan a obsesionarse e ir hasta el fondo, aun cuando todo a su alrededor comienza a jugarle en contra.
Así, la película está dividida claramente en dos partes: por un lado, el retrato del largo proceso de investigación y escritura del monumental reporte que aleja a Jones de cualquier tipo de vida fuera de su trabajo; por el otro, el trabajo que lleva mostrar y que salga a la luz un documento que revela un rostro oscuro de una organización tan importante como la CIA y su relación con la Casa Blanca. Es evidente que a muchos no les conviene que esto suceda, pero Dan Jones cuenta con el aval de la senadora Dianne Feinstein, como una mujer que sabe que tal revelación generará controversia pero también que es necesario que se sepa.
Adam Driver y Annette Bening forman un dúo actoral muy potente pero es claro que el protagonista es él, un actor que desde la serie Girls no ha parado de crecer, intercalando entre proyectos independientes y blockbusters como Star Wars. De manera sutil y convincente es capaz de expresar las determinaciones y frustraciones de su personaje.
A su alrededor hay otros reconocidos actores que terminan de completar un elenco muy preciso y ajustado: Corey Stoll, Jon Hamm, Matthew Rhys, Maura Tierney, Michael C. Hall. Aunque entre tantos rostros y líneas narrativas muchos de estos personajes terminan quedando desdibujados y en una presencia sólo funcional.
A lo largo de la película se van exponiendo los diferentes puntos de vista (y algunas excusas) sobre el uso de la tortura (a la cual llaman “técnicas de investigación”), qué es, qué implica, cuándo está permitida, cuándo no es ilegal. Lo absurdo de todo esto es que, más allá de que algunos hayan querido defenderla, no tenían siquiera el aval de su eficacia, potenciando la brutalidad de todo esto. Ahí es cuando se permite la crítica a la película de Bigelow en pantalla, sobrealimentando esa mentira.
También aparece en escena el nombre de Edward Snowden. A Dan Jones le dicen que podría ser acusado de traidor, algo que sin dudas le preocupa porque siempre intenta moverse desde adentro, no por detrás. Quizás sería mucho más fácil entregarle todo el material a un periodista sin dar nombre pero no es ese el estilo de Dan Jones.
Como el germen de la película es un personaje encerrado durante largos años en una oficina leyendo y escribiendo, Scott Z. Burns agrega flashbacks sobre algunas de esas historias reflejadas en esas páginas. Esto ayuda a que la narración sea ágil y no decaiga, pero también peca por momentos de ser muy explicativa.
Reporte clasificado cuenta con un buen ritmo y sólidas interpretaciones. Es otra de esas historias sobre personajes que luchan para que la verdad salga a la luz. A nivel cinematográfico, quizás sobre todo por el hecho de estar basada en un caso real e intentar ser lo más veraz posible, a veces se le percibe un estilo más televisivo y cuasi documental.