Retratos del futuro es una de los tantos proyectos audiovisuales condicionados por la pandemia. En este caso, porque lo que originalmente era un documental sobre el proceso electoral de los empleados del subte filmado entre 2018 y 2019 terminó siendo, aislamiento mediante, una ambiciosa reflexión personal de la directora Virna Molina sobre el estado del mundo.
La película funciona como un collage audiovisual hilado por la subjetividad de la corealizadora de Sinfonía para Ana y Raymundo. Molina se nutre de una variedad de imágenes de archivo que van desde noticieros a charlas TED, pasando por registros de reuniones de los empleados del subte y escenas de clásicos como Metrópolis, para dar cuenta de un punto de vista teñido mayormente de pesimismo y desencanto.
Los temas son múltiples: la revuelta estudiantil en Chile, las políticas económicas de la presidencia de Mauricio Macri y lo que para Molina es su íntima relación con las de la década de 1990, algunos recuerdos sobre un viaje a Londres y, desde ya, apuntes personales sobre las motivaciones detrás del ejercicio de hacer cine.
La película, aunque maniquea en su mirada política y social, tiene personalidad e ideas visuales potentes. El problema, en todo caso, es que nunca cruza la barrera de un ejercicio personal. Tan personal, que se vuelve onanista. Un ejercicio en cuyo horizonte asoma la voluntad de purgar artísticamente lo que para la directora son las situaciones más injustas de una sociedad injusta.