Basada en un hecho real y publicado en un artículo de Mark Seal, “El rey de ladrones” es lo nuevo del director James Marsh (el de “La teoría del todo”, la biopic de Stephen Hawkins), una historia de ladrones de avanzada edad en Londres.
Michael Caine es Brian Reader, un exitoso ladrón ahora jubilado al que un joven, Basil (Charlie Cox) convence de volver al ruedo. Así se reúne con viejos conocidos y planean un atraco a las cajas de seguridad de un banco. El cerebro es Brian. Aparentemente todo sale bien, ellos se van con el botín pero de a poco las sospechas comienzan a tomar lugar.
¿Cómo repartir esto de manera justa y equitativa? ¿Quién está escondiendo algo más? “El rey de ladrones” comienza de manera simpática, con estos protagonistas (además de Caine están Jim Broadbent, Michael Gambon, Ray Winstone y Tom Courtenay) como hombres mayores que todavía se creen capaces de ser lo que eran cuando eran jóvenes, al mismo tiempo que lidian con cuestiones propias de la edad.
Pero a medida que se va sucediendo el film comienza a plantear algunos tintes más oscuros, especialmente de la mano del personaje de Broadbent.
¿Cuál es el problema de esta película? Varios. Por un lado, esa indecisión entre lo que quiere ser y es la película.
Una de bancos, un thriller, una especie de “Un golpe con estilo” (comedia de la que hace poco hizo remake Zach Braff y también está protagonizada por Michael Caine), también hay algo con la mirada que Reino Unido tiene sobre su propio país: cuando sale la noticia nadie puede creer que sean ingleses estas personas inteligentes que lograron entrar y salir del banco con éxito.
Al final no es nada, pero un poquito de cada una. Otro problema es un guion (escrito por Joe Penhall, uno de los escritores de la recomendada serie “Mindhunter”) lleno de inconsistencias. Personajes que aparecen y se mueven porque sí, situaciones que se resuelven de la manera más rápida (e inverosímil).
Por último, el ritmo. No funciona nunca como comedia (ni cuando apuesta a ella, con gags sobre la vejez que no resultan graciosos), ni como thriller oscuro al que amaga con acercarse en algunos momentos. Y en el medio, quizás porque el atraco se realiza demasiado rápido, termina sintiéndose larga y aburrida.
“El rey de ladrones” sólo tiene a favor una camada de buenos actores que no envejecen a nivel actoral. Siempre resulta agradable ver a Michael Caine en pantalla y apena que no esté a la altura de una película tan inconsistente y fallida.