Bellos y sufrientes
La escena de inicio es notable: una pareja cuenta, cada uno desde su propia perspectiva, cómo se conocieron. Así, se presenta un flashback con la particularidad de que los puntos de vista de él y de ella son completamente distintos. Tanto así que, hasta la luminosidad, los colores de fondo y toda la dirección de arte difieren, alternándose ambos puntos de vista en un montaje “invisible” pero que fluye con naturalidad. Este tipo de recuerdos, en los que los hechos son cambiados, transmutados, exagerados o minimizados, pueblan esta película, proponiendo un juego tan interesante como estimulante.