Hace una década exacta, Ridley Scott convocó a Russell Crowe para el gran espaldarazo de su carrera: Gladiador. Después de todos los premios, la carrera de Scott se fue a pique con un póquer de bodrios y, en los últimos años, comenzó a repuntar con un pico en Gangster americano y no decae en este reencuentro con Russell Crowe. Robin Hood se centra en cómo el famoso arquero llegó a ser una leyenda, con una mirada sobre la historia que remite al trabajo televisivo de Felipe Pigna sobre la cotidianeidad en la Argentina de antaño. Crowe consigue un Robin Hood de peso, que se aleja del estilizado personaje que acostumbraba mostrar el cine -de Douglas Fairbanks a Kevin Costner pasando Errol Flynn-, y logra un personaje memorable disparando muchas más frases célebres que flechas. En el humor y en las escenas de acción está todo el atractivo de este Robin Hood, por más que Scott exagere su acostumbrado tono épico en alguna secuencia.