Las mil y una vueltas de la saga
Las sagas, precuelas y spin off tienen la particularidad de que si uno no vio la segunda o quinta parte de siete películas, por citar un ejemplo, corre el riesgo de quedarse perdido en mitad de un relato. "Rogue One", que se sitúa entre los episodios III ("La venganza de los Sith") y IV ("Una nueva esperanza")de "Star Wars" cae en ese defecto en la primera hora de la película. Para quien no es un fanático de "La guerra de las galaxias", la cita que identifica lugares y estaciones puede convertirse en soporífera y hasta confusa. No obstante, en la segunda hora la acción se apodera de la trama. Hay guiños a ciertos personajes históricos como el icónico Darth Vader o el truco digital para recrear a Peter Cushing (fallecido en 1994), como Moff Tarkin, que provocarán el regocijo de los fans. Pero la historia central no es más que la lucha de los rebeldes contra los villanos, nada nuevo bajo el sol. Jyn (Felicity Jones) se asociará, casi impensadamente, a Cassian (Diego Luna) para desactivar La Estrella de la Muerte, que es una estación destructiva orquestada por El Imperio, pero creada por el bueno de Galen Erso, el padre de Jyn (el inexpresivo Mads Mikkelsen). En esa espiral de relaciones, Erso le hizo trampita a los malos para que un rebelde capture los planos y su honor esté a salvo. Hay decenas de peleas y algunas muertes importantes para activar la lágrima. Con todo "Rogue One" sale airosa, sin brillar.