Juan Pablo Russo (EscribiendoCine):
El fin justifica los medios
Con un formato que de alguna manera se asemeja más a un programa televisivo periodístico que a un documental cinematográfico, Rotas cadenas (Miguel Rodríguez Arias, 2011) se resignifica a partir de lo que cuenta por sobre la forma elegida para plasmarlo en pantalla.
La obra del Dr. Jorge Luis Pellegrini, médico psiquiatra que revolucionó el sistema de la salud mental pública argentina a partir de la externación de pacientes con problemas psíquicos es el eje del documental de Miguel Rodríguez Arias, creador del ciclo televisivo Las patas de las mentiras. Desde la puesta en práctica de esta metodología se notó una notable mejoría en los pacientes por sobre el periodo que permanecieron internados.
A través de menos de 60 minutos se lleva adelante un recorrido por sobre la obra de Pellegrini, médico que llevó más de 40 años de lucha contra los sistemas políticos y burocráticos de turno para poner en práctica lo que consideraba un adelanto en materia de salud pública psiquiátrica. Lucha que incluso llevó a hacerlo perder su trabajo y ser encarcelado en épocas dictatoriales.
El formato que se decidió utilizar para narrar la historia remite de manera directa a un programa televisivo con el típico recurso de entrevistado-entrevistador mechado con imágenes de archivos y personajes relacionados que opinan sobre el tema frente a cámara. Pero a pesar de esa falencia en materia cinematográfica, el documental, adquiere un valor importante por lo “qué” cuenta por sobre “cómo” lo cuenta. Rotas cadenas es uno de los pocos casos en que el contenido puede desprenderse de la forma por el simple hecho de hacer conocer una obra que resulta de vital importancia para la salud pública de toda la humanidad.
La actriz Esther Goris, además de oficiar de guionista, funciona como un nexo conductor entre el Dr. Pellegrini y el espectador, corriéndose del lugar de entrevistadora formal para ponerse en el de difusora del hecho. Sus preguntas surgen más de la espontaneidad de alguien interesado en el tema en sí mismo por sobre lo científico, enfoque que logra desacartonarlo para entrar en complicidad con el receptor del mensaje, sin abrumarlo con datos innecesarios y aburridos y sí ofrecerle un panorama enriquecedor sobre la importancia de la obra.
Rotas cadenas puede catalogarse como un film propagandista, en el buen sentido de la palabra, que se encarga de hacer conocer una obra que debería ser tenida en cuenta dentro del marco de políticas de salud pública mental, no sólo de Argentina sino del mundo. Esa finalidad resulta ser mérito incuestionable más allá de la forma que se eligió para contarlo. En este caso el fin justifica los medios.
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