Ruby Sparks y el poder de cambiar al otro
Esto sería más o menos así: Calvin (Paul Dano), es un escritor que luego de un primer gran éxito siendo muy joven, tiene el llamado “bloqueo narrativo” y está desesperado. Para eso, busca ayuda en su psicólogo (Elliott Gould). Una noche, Calvin tiene un sueño, un sueño inspirador, donde se le materializa una chica de manera muy clara, que lo impulsa a escribir.
Esa chica tiene un nombre, Ruby y Calvin se va enamorando poco a poco de ella a través de la escritura. Pero un día, un día como cualquier otro, Ruby (Zoe Kazan) aparece en casa de Calvin. Ruby, la chica del libro, está ahí, es real (¿es real?) tal como Calvin la imaginó. ¿Loco, no?
Ruby Sparks está dirigida por Jonathan Dayton y Valerie Faris (la dupla de Pequeña Miss Sunshine) y protagonizada por Paul Dano (Pequeña Miss Sunshine; Gigantic) y Zoe Kazan (Me and Orson Wells; La familia Savages). Pero a la vez cuenta con las actuaciones de Elliott Gould (¿se acuerdan del padre de Ross y Mónica?) Chris Messina, Annette Bening y Antonio Banderas.
¿En dónde nos habíamos quedado?
Ah sí, Ruby aparece en la casa de Calvin, Ruby cobra vida. Calvin no entiende nada por supuesto, cree que se está volviendo loco, porque esa chica no puede ser real, es producto de su imaginación, él la creó, no puede estar ahí, y menos que menos hablarle como si siempre hubiera estado ahí, como si él fuera su pareja…ah, él es su pareja. Ok, Calvin está loco. ¿Está loco?
¿Estoy loco? se va a preguntar Calvin durante varios pasajes del film. Pero la película a partir de ahí, va a girar en torno a esta chica, a la que todos pueden ver, lo cual convence a Calvin de que increíblemente está pasando y es real (¿es real?) y hace hincapié en el amor, en la dicotomía ficción-realidad, pero más que nada, en la relación de esta pareja, que no es perfecta y no debería serlo.
¿A qué me refiero? Calvin comprende que tiene el poder de escribir lo que quiera sobre Ruby, porque al ser un personaje que él inventó, todo lo que esa máquina de escribir registre se vuelve realidad. Si Ruby está enojada, Calvin escribe que Ruby está contenta y chan: Ruby está contenta. Si Calvin quiere que Ruby no se le despegue un segundo, lo escribe y chan: Ruby está atada a él. Cada vez que Calvin siente que hay algo que no funciona en la relación, escribe lo que sea necesario para cambiarlo.
El mensaje de la película se vuelve claro: si tuviéramos el poder de cambiar a la persona que queremos, de tener el control sobre esa persona ¿Lo haríamos? ¿Por qué queremos cambiar el otro? ¿Por qué no podemos aceptarlo como es, con sus virtudes y sus defectos (sobre todo sus defectos)?
Hay una escena en particular donde Harry, el hermano de Calvin, le pide que aproveche esa chance que tiene, y que todos amarían poder tener: la de cambiar al otro. ¿Y qué le dice Calvin cuando su hermano hace este planteo? Que no va a cambiar a Ruby, que nunca más va a escribir sobre ella. Una promesa difícil de cumplir, una promesa que va a romper y cuya consecuencia lo va a llevar al límite (y no voy a contar más para que lo vean)
A partir del imaginario de este escritor “frustrado”, que no puede repetir el éxito que supo tener, la película busca hacernos reflexionar. Y voy a citar una frase que para mí sintetiza de manera perfecta el film:
“Es un film acerca de cómo, en nuestro afán por querer tener control sobre las cosas, terminamos alejándolas y de cómo, si realmente nos jactamos de amar a alguien por lo que es, nunca debería existir la maldita necesidad de cambiarlo.”