El amor de una madre no tiene límites para Esma. Ella arrastra un gran drama personal que la obligará a criar con tanta severidad como ternura a Sara, su retoño de 12 complejos años. El filme de Jasmila Sbanic se ambienta en Sarajevo en tiempos de la posguerra, cuando todavía se procesa muy lentamente el duro valor residual de La Guerra de los Balcanes.
Esma hará lo imposible para juntar el dinero para que su hija se vaya de viaje de estudios, pero la relación se pondrá tensa cuando la niña le pide un certificado que dé cuenta que su padre fue mártir de la guerra. El secreto de la identidad de su padre es uno de los nudos del filme, pero Sbanic fue más allá porque planteó la trama de una manera inteligente, ya que ofrece un fresco de la sociedad bosnia sin caer en recursos efectistas, ni golpes bajos, ni flashbacks en blanco y negro de los hechos bélicos.
Así, el mundo de una madre desesperada y de su hija adolescente transcurre entre pincelazos duros del pasado pero también con momentos divertidos de un presente sazonado de vivencias cotidanas aparentemente superfluas. Las interpretaciones de Mirjana Karanovic (Esma) y Luna Mijovic (Lara) son la frutilla del postre. Porque cada una le da un toque de realismo a su personaje con la ternura suficiente para que el espectador se compenetre con la historia.