De timing, explosión semiótica y flashback en formato cómic
Ya son muchísimas las películas que abordan historias salidas de cómics, y Scott Pilgrim vs the world (2010) no intenta ser la excepción. Sino al contrario, aborda la temática de la novela gráfica de Bryan Lee O'Malley en Oni Press con mucho ruido icónico, pastiche narrativo, pero principalmente mucha fidelidad al formato original, sobre todo en aquellas escenas en que Ramona Flowers (interpretada por la sensual Mary Elizabeth Winstead) rememora sus viejas historias con los exes que ahora le hacen la vida imposible a Scott Pilgrim (Michael Cera, desopilante en su papel).
El film de Edgar Wright cuenta con un timing asombroso, basado en un montaje que no reserva palabras para describir su calidad. La edición en Scott Pilgrim... lo es todo. Sin ella no sería el boom cinematográfico que fue en su país, logrando muy buena recepción de la crítica.
El aire jovial, sumado a la penosa historia del protagonista, intercalada con una serie de gags muy bien puestos (siempre resguardados en el timing), como cuando Scott se detiene a atarse los cordones de la zapatilla, son todos puntos a favor de una peli que para muchos será infantil, cursi, ñoña, y sobre todo muy videogamer. Porque si hay algo que explota el film es la cultura del video juego, con un guión escalonado, segmentado pero nunca unificado. Además no falta el homenaje al neopunk, las tendencias de tipo dark, gótico y hasta otaku.
Scott Pilgrim vs the world es un estallido semiótico, un recital de luces y sonidos rimbombantes que son un buen aliciente para pasar un buen rato, aunque queda a consideración de cada uno si vale la pena soportar ciertas secuencias tan ñoñas como el musical del primer ex, o las sobreactuaciones de Chris Evans y Jason Schwartzman. Dicen que sobre gustos no hay nada escrito... pero sí de formas.