Nuevamente bajo el visto bueno de Kevin Williamson, Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett se ponen detrás de cámara con guion de James Vanderbilt y Guy Busick para una nueva entrega de Scream. Si el año pasado nos llegó una versión fresca que consigue homenajear y traer a personajes nuevos de manera divertida y aterradora, difícil es hacer otra secuela que sorprenda. En Scream VI (a diferencia de la anterior, a esta la numeran) lo intentan trasladando la acción de Woodsboro a la ciudad que nunca duerme, Nueva York.
Es en esta ciudad en que una profesora de cine, especializada en el slasher, decide encontrarse con alguien con quien se habla a través de una app de citas. Como podemos esperar, la escena crece en tensión y se convierte en la famosa secuencia de principio de Scream que originalmente homenajeaba a Psycho (con la estrella Drew Barrymore siendo asesinada a los pocos minutos de empezada la película). Sin embargo aquí ya tenemos una vuelta nueva e interesante, porque al asesino pronto lo vemos quitarse la máscara. Es fácil deducir que si muestran su rostro es porque se convertirá en víctima.
Ahora sí, un año después los acontecimientos de la película anterior, las hermanas Sam y Tara (Melissa Barrera y la ascendente Jenna Ortega) se han mudado a Nueva York. No es como Jason Takes Manhattan, que el villano enmascarado llegaba a la ciudad recién a los últimos minutos de la película, que sin dudas son los mejores. Aquí toda se sucede en Nueva York.
Tara empezó la universidad y pretende vivir la vida de cualquier joven normal de esa edad. A Sam todavía la atormenta lo sucedido, la sangre que sabe que corre por sus venas y a eso se le suman las teorías conspirativas que se difunden con mucha facilidad sobre que ella podría haber sido la verdadera asesina porque, justamente, lo lleva en la sangre.
Como si fuera poco, un nuevo Ghostface emerge. Pero desde la primera secuencia nos engañan, como pasa siempre. Aquí el enmascarado parece multiplicarse, como si más de uno sintiera en algún momento la tentación de ponerse la máscara. En esta entrega, Sam y Tara y un grupo de amigos de Woodsboro y algunos nuevos se unen a la ahora aparecida Kirby (Hayden Panettiere, que regresa después de Scre4m) y a un policía interpretado por Dermot Mulroney. Claro que no puede faltar la presencia de la trepidante Gale Weathers (Courteney Cox, la única actriz que aparece en todas las entregas de la saga).
Una vez más las reglas se ponen sobre la mesa pero con la idea acá de que quizás no sigan tan vigente. Y efectivamente algo de eso se confirmará. Pero si hay algo que nunca falla es la idea de que el o la o los o las asesinxs siempre tendrán que ver con algo del pasado. Aquí parece ser alguien que ha seguido de manera meticulosa todo lo sucedido a través de las diferentes entregas, sembrando en cada asesinato un poquito de cada una.
A grandes rasgos, esta segunda parte de la nueva saga que ya se confirma oficialmente como una franquicia perdió algo más que a su protagonista original (Neve Campbell no logró cerrar trato y por lo tanto su personaje no aparece y apenas se lo menciona alguna vez). Las escenas sobre la discusión de las reglas ya parecen como un déjà vu de un déjà vu. La resolución sobre quién o quiénes están detrás de la máscara resulta forzada y tramposa y nos dejan con ganas de una vuelta más interesante para sus fans originales.
Más allá de estos aspectos narrativos, estamos ante una buena dosis de asesinatos brutales. Los cuchillos se introducen en diferentes partes del cuerpo con toda su fuerza, con todo su sonido, con toda la sangre a borbotones y se retuercen y los personajes agonizan y sufren antes de morir, si es que tienen que morir. También hay una buena construcción del ritmo y de los climas, con escenas ya mucho más concurridas porque claro, aquí estamos en el medio de la ciudad de Nueva York. No pueden faltar las múltiples referencias al cine de terror, con homenaje al propio maestro Wes Craven incluido. A destacar todo lo que sucede en las escenas en el subterráneo, donde la tensión se intensifica.
Scream VI es entretenida, atrapante y tiene las dosis de gore que todo slasher debe tener. Los directores intentan llevar la saga más allá, creando un estilo propio todavía por pulir. El problema es un guion que además de forzado no consigue desarrollar demasiado a la mayoría de los personajes de su extensa galería. Y un último comentario que, advierto por las dudas, podría ser considerado un SPOILER: si bien no faltan muertes, viene muy tibia a la hora de decidir qué personajes mueren.
Larga vida al slasher.