Luego de cuatro años de investigación, junto al periodista Diego Braude, el director Misael Bustos (El fin del Potemkin) presenta Secreto a voces, un documental que habla sobre la apropiación de bebés en Argentina.
A pesar de que la apropiación de bebés parece estar directamente relacionada con la dictadura militar, es una problemática que se extiende más allá de aquella época. Se estima que cerca de tres millones de niños fueron apropiados antes, durante y después del proceso militar. Entre el 2010 y el 2013 las instituciones que se dedican a este tema recibían cerca de cinco llamados por día por consultas al respecto.
Secreto a voces se centra en cuatro historias en particular: Norma y Pablo, una madre y un hijo que tratan de encontrar a su hijo/gemelo, a quien robaron apenas nació; Silvana, una mujer que fue apropiada y que sus padres “adoptivos” tenían una clínica donde vendían bebés; Patricia, una joven que inicia un recorrido por el interior del país para visitar los lugares donde estuvo su madre biológica; y Clara Lis, una chica que se animó a denunciar a la partera que la vendió al nacer.
Estas cinco personas se abren por completo a la cámara y se animan a contar hasta el último detalle. Allí, se deja en evidencia cómo continuaron siendo víctimas de un sistema que jamás las ayudó. Norma confiesa que un sepulturero le pidió diez mil dólares a cambio de desenterrar el cuerpo de su supuesto hijo para poder realizar una prueba de ADN. Silvana cuenta la experiencia traumática que vivió al ser madre por primera vez. “El médico me dijo que yo no le estaba permitiendo nacer a mi bebé. (…) En el momento de dar a luz a mi hijo, reviví mi propio nacimiento”.
A lo largo del documental, se van intercalando las historias de estas personas con testimonios de expertos en el tema. Los relatos también están acompañados con fotografías de los protagonistas (por llamarlos de alguna manera) cuando eran menores. También tendrá suma importancia el material de archivo, como los titulares de los diferentes diarios (Clarín, La Nación, Página/12) donde se ven notas sobre relatos de niños apropiados o sobre las redes ilegales de “adopción”.
Secreto a voces no sólo muestra el testimonio de personas que vivieron en carne propia la apropiación, sino que pone en evidencia cómo el Estado nunca se hizo cargo de esta situación. También hace hincapié en el rol que tuvo la Iglesia frente a estos casos. Además, se dejan ver las múltiples excusas que ponen en los hospitales y las clínicas para no entregar archivos a aquellas personas que luchan por conocer su verdadera identidad.
La apropiación de bebés es algo que afectó a millones de familias a lo largo de los años. Sin embargo, existe una parte de la sociedad que sostiene que detrás de esa “adopción” hay una “obra de bien”. Secreto a voces muestra la otra cara de la moneda: el dolor que ésto dejó en aquellas personas a las que les robaron su verdadera identidad y que, hoy en día, siguen en la búsqueda de descubrir quiénes son realmente.