Guy Ritchie pone toda su carne al asador
Tengo que confesarles que cuando salí ayer de la sala, salí encantada. Llena de gente, toda respondiendo a los gags, alguno que se tentaba y no podía parar de reírse, de todo. Pero empecé a repensarla y eso me dejó otro sabor de boca. La primer impresión, en cine, no siempre es lo que cuenta.
En cierta manera, el conocer al personaje y haberse reencontrado con él en la pantalla, me había atravesado pero para poder conceptualizar algunas cuestiones es necesario profundizar en esas emociones superficiales...
El argumento de "Sherlock Hokmes: Games of Shadow" sigue la anterior en la que Watson (Jude Law) estaba comprometido con Mary (Kelly Reilly) e iba a mudarse de la casa que compartía con Holmes (Robert Downey Jr). Acá volvemos a ver a Irene (Rachel McAdams) todavía temiendo a ese hombre para el que trabaja y por más que el querido doctor Watson se quiera retirar del ruedo, no puede porque el caso sin resolver lo arrastra de nuevo. Y Moriarty da la cara. Lo estabamos esperando y creo que los fans de la historia original ansiaban esta aparición.
Honestamente, el guión está plagado de gags, algunos buenos y otros efectistas. Pero da la impresión de que termina siendo más un ping pong que algo que le de auténtico ritmo. Al menos debemos decir que le sobran veinte minutos. Pero hay cosas que Guy Ritchie había dejado de poner en la primera y que acá las metió todas como para que a nadie le quepa duda de que es su película (!). Ya hay rusos inmortales, secuencias de movimientos y ruidos sordos, persecuciones con una cámara que cambia de eje y gira sobre sí misma, el slow motion. Todo, todo Guy.
Lo que le conocemos bien: mucho estilo de clip musical con algo de videojuego pero... sin la magia que tuvo "Snatch", toda su batería de artilugios está y eso impacta a la audiencia desde el instante 0.. Robert Downey Jr, como siempre, está soberbio. Es dinero bien invertido, siempre. El tipo es demasiado simpático como para que no te llegue y tiene mucha química con Law. Pero eso es todo. El resto del casting es pintoresco (por decir algo piadoso), pero no es bueno. El profesor Moriarty está más cerca de Marcos Mundstock que de un asesino maquiavélico como ese y decepciona después de que vimos a nada más y nada menos que Mark Strong haciendo de villano en la anterior.
Algunos temas en el guión tampoco terminaron de convencerme. Siento que abrieron muchas cosas que tardaron demasiado en cerrarse, otras que convergieron un poco a los sopapos y ... hasta me tuve que comer unos minutos de telepatía al final que todavía me cuesta digerir (!). El recurso en el relato no funciona (y es raro que no se hayan percatado del mismo) y el tema ese del repaso de qué va a hacer antes de hacerlo con la explicación analítica ya quedó claro en la entrega anterior...y ahora me sobra. La fotografía es preciosa, con esas maquetas recreando épocas y esa paleta grisácea y por momentos avejentada que funciona muy bien.
El resultado final, repito, es entretenimiento puro y no es malo. Pero, como verán, no acepta demasiadas revisiones.