Llega Still Alice, la película que le valió, finalmente, el Oscar a Julianne Moore.
Alice es una persona exitosa e inteligente, con una buena familia y un futuro tan prometedor como su presente como lingüista. Hasta que, primero gradualmente y luego de manera más rápida, se empieza a manifestar una enfermedad, poco común para su edad, como lo es el Alzheimer.
Primero algunos olvidos más triviales, hasta que de repente Alice sale a correr y no logra recordar cómo llegar a su casa. O, en un momento aún peor de la enfermedad, no puede encontrar un cuarto de su propio hogar. Como si de repente todo le fuera nuevo, y sus recuerdos se le hubiesen ido volando.
Still Alice tiene todo para haber logrado que Julianne Moore se llevara un Oscar. Una actriz que ya había estado nominada y que recién ahora es galadornada y ni más ni menos que por una película olvidable, que no llega a estar a la altura de sus otros trabajos. Una película que parece salida del canal Hallmark, una especie de telefilm que se apoya exclusivamente en su actriz para llamar la atención, y ella, que todo lo puede, entrega todo al personaje.
Pero si no fuera por Julianne, el film sería más que olvidable. Dirigido de manera pobre y con un desarrollo de personajes secundarios muy desparejo, Still Alice es una película que Virginia Lago va adorar pasar en su programa de la tarde. Hay un intento por mostrar las diferentes relaciones entre madres e hijas, con las dos hijas que el personaje tiene, pero queda a mitad de camino, especialmente en lo que conlleva al personaje de Kate Bosworth. Kristen Stewart, actriz de la cual en general no se espera demasiado, no está mal pero no puede hacer nada con un personaje estereotipado, la hija que quiere ser artista y la madre intelectual que siempre le insistió para que siguiera una carrera, hasta que al final, es ella quien la acompaña en los momentos más difíciles.
También está Alec Baldwin, entregando una actuación seria, como a la que no nos tiene acostumbrados. Es que de hecho, la película que fue filmada en 23 días, no cuenta con una pizca de humor. Desde el vamos se percibe para qué existe, ni siquiera parecería que el propósito principal fuera retratar una enfermedad tan dura como lo es el Alzheimer (especialmente este tipo de Alzheimer, porque llega más temprano y más rápido se va apoderando de uno), sino que busca emocionar de una manera forzada y subrayada.
Resumiendo, Julianne Moore demuestra la gran actriz que es, aunque no pueda evitar caer en la sobreactuación. Pero no hay otra razón para recomendar un film olvidable como Still Alice, políticamente correcto y que no puede evitar caer en cada estereotipo posible.