Perspicaz humor negro y algunas autocríticas
Es la anatomía del proceso de creación del guión de una película titulada Siete psicópatas . El autor y director de este filme es el dramaturgo británico Martin McDonagh (1970), que en 2008 sorprendió con Escondidos en Brujas, sobre dos asesinos a sueldo que tras fracasar en una misión, se refugian en esa ciudad belga.
En este caso, el director se trasladó a Hollywood y obtuvo la participación de un elenco de primeras figuras, que además de buenos actores, aportan la dosis necesaria de sarcasmo y humor negro requeridos por la historia creada por McDonagh.
El protagonista es Marty (Farell), un guionista borrachín empeñado en escribir un guión del que sólo tiene el título: Siete psicópatas . Su idea es una historia dividida en dos partes, plagada de psicópatas, pero que condene la violencia y hable a favor de la paz y el amor.
Para Marty, la primera parte debería ser extremadamente violenta, con muchos disparos y varios muertos; en la segunda, ambientada en un desierto, los personajes reflexionarían sobre la violencia, mientras intentan hallar un final acorde con lo observado en el primer segmento.
El mejor amigo de Marty es Billy (Rockwell), un ladrón de perros que suele trabajar en sociedad con Hans (Walken), cuya esposa está internada en un hospital, enferma de cáncer. Billy pretende co-escribir el guión con Marty y le sugiere figuras de psicópatas que podrían encajar en la historia en proceso de creación.
Entre los exponentes aportados por Billy hay un cuáquero que procura vengar la muerte de su hija; un asesino serial que sólo mata a miembros de la mafia y deja sobre los cadáveres una baraja; una pareja dedicada a matar asesinos; y un vietnamita para quien la guerra aún no concluyó y obra en consecuencia.
También un gangster llamado Charlie (Harrelson), a quien le roban una mascota por la que siente un cariño muy especial y está dispuesto a matar a quien sea para recuperarla. Y da muestras en ese sentido.
Siete psicópatas es un filme de personajes, pero el director los imaginó deliberadamente estereotipados y caricaturescos.
Y con ellos organiza una historia plagada de referencias cinéfilas (lo que es razonable) y un perspicaz humor negro, pero que además incluye autocríticas. Por ejemplo, el propio autor (en la ficción) sostiene que la presencia reiterativa de psicópatas podría cansar al espectador.
La búsqueda de personajes y situaciones por parte de Marty se va expresando en imágenes que, a su vez, conforman la historia narrada por McDonagh. Una historia transitada de cabo a rabo por un tan absurdo como violento espíritu lúdico, que a veces bordea el gore.
Como buen director teatral, McDonagh obtiene excelentes actuaciones. Y otra baza de la película es su banda musical, creada por Carter Burwell, que ya había trabajado en Escondidos en Brujas , y que incluye un bellísimo leitmotiv que contrasta, también deliberadamente, con la violencia implícita en la película.