La nueva película de Ariel Winograd, Sin Hijos, es una comedia romántica protagonizada por Diego Peretti y la española Maribel Verdú.
Es cierto que probablemente a todas las mujeres después de cierta edad se les haga recurrentemente la pregunta sobre los hijos. Si tienen, si no tienen, que por qué no. Y también es cierto que no todas se sienten preparadas o desean ser madre en sus vidas. La nueva película del director de “Mi primera boda” y “Vino para robar” parte de esa idea. En ella, la mujer que desea el protagonista es una mujer libre, que se la pasa viajando y que prácticamente grita a los cuatro vientos que no quiere tener hijos.
Él ya está separado, siempre es casi arquitecto, y tiene una hija de 9 años que es prácticamente todo en su vida, su tema recurrente de conversación y su principal preocupación. Pero ya dejó pasar allá hace nueve años una oportunidad que luego vuelve a presentarse en la puerta de su local. Y se reencuentra con aquella joven que le ofreció de un día para el otro irse de viaje y él no lo hizo por tener a su mujer embarazada.
Tras sus recientes citas fracasadas, muchas por culpa de sus monotemáticas charlas sobre su hija, se la juega y comienza una relación, llena de pasión, con esta española. El problema es que rápidamente ella da a conocer su postura, o su fobia para con los niños y él, asustado de perderla otra vez, decide esconder a su hija.
Sin hijos funciona principalmente como comedia, ya que tiene gags muy efectivos que se suceden todo el tiempo. A nivel actoral cada actor entrega lo suyo pero sin dudas la sorpresa es la presentación de la joven Guadalupe Manent, más allá de que algunas líneas de su personaje terminan sintiéndose bastante forzadas para una niña de su edad.
Lamentablemente, más allá de cierto homenaje a varias y fácilmente identificables comedias norteamericanas, el film no termina nunca de ahondar en el tema que funciona como principal problemática de la pareja, la decisión de una persona de tener o no tener hijos, además de estar la posición de la protagonista muy subrayada todo el tiempo. El tema está tratado de manera más bien superficial y si bien la película no juzga ni cuestiona, los personajes tampoco parecen en ningún momento tomarse muy en serio esa cuestión.