Entre fines de los ‘40 y principios de los ‘50, el cine argentino tuvo su época de oro. Había un sistema de estudios, a la manera de Hollywood, con actores y actrices estelares, y se producían películas de diversos géneros: comedias, dramas, melodramas, policiales y algún exponente de terror. Nunca se repitió un mecanismo como el de ese período, ya que la industria cinematográfica actual todavía está muy lejos de aquel modelo, pero dejó su marca. Sola podría considerarse una hija de ese cine, pero va más allá.
Laura Garland (Araceli González) está embarazada y acaba de quedar viuda: su marido (Miguel Ángel Solá) murió en la guerra. Como si el panorama no fuera complicado, el gobierno la obliga a ocupar el total de su casa, si es que no quiere perderla. Entonces la alquila a Ricky (Fabián Mazzei), un criminal con un preciado botín, y su esposa (Micaela Suarez), quien también espera un bebé. La relación entre todos ellos, más la aparición de otros personajes, contribuirá a un clima cada vez más extraño.
Luego de una destacada carrera como fotógrafo, José Cicala debuta en el largometraje con un film que tiene su audacia. Desde ya, la acción sucede en una ciudad propia de los años 40, que bien podría ser la Alemania nazi o un suburbio estadounidense, pero donde casi todos hablan en castellano. Como si se tratara de una ucronía. Una mezcla de elementos que el director hace funcionar gracias a un cuidado trabajo de arte y fotografía, más notable aún si se tiene en cuenta que fue realizado sin un presupuesto millonario.
La mezcla de elementos también ocurre dentro de la historia misma, ya que convergen distintos géneros y tonos. Predomina el thriller, con explosiones de violencia, aunque se impone el melodrama. No faltan los giros argumentales, sobre todo en el final. Aunque aquí el resultado no sea tan feliz como en el apartado artístico, nunca atenta contra el desarrollo de la trama.
Araceli Gonzalez y Fabián Mazzei, también productores de la película, sobresalen gracias a personajes con sus complejidades y secretos. Los acompaña un elenco de figuras como Miguel Ángel Solá y Luis Machín, por nombrar dos de los que sobresalen. La aparición más curiosa es la de Peter O’Brien, actor australiano que debuta en una producción nacional. Vale detenerse en Griselda Sánchez: además de componer a una enfermera secuestrada para cuidar a la esposa de Ricky, co-escribió el guión.
La mayor virtud de Sola es su desparpajo para hacer su propio camino, a través de un mundo muy suyo. A la vez, Cicala da muestras de una imaginería poco común en el cine argentino actual.