La guerra de Malvinas ha sido fuente de varios relatos del cine nacional, pero hasta ahora ninguna había reposado la mirada con tanta precisión como ésta en el día a día de aquellos soldados que fueron obligados a ir a luchar sin quererlo. Rodrigo Fernández Engler despliega visual y técnicamente la batalla en la que este soldado desconocido pierde la vida, con algunas escenas bien logradas, pero al dividir el relato en dos instancias, una sobre la presentación de personajes y la guerra, y otra sobre una pesquisa por el soldado que no se conoce el paradero, y no contar con actuaciones verosímiles en esta segunda parte, todo se desmorona. “Soldado Argentino Solo Conocido por Dios” podría haber sido el filme definitivo sobre esa guerra a la que cientos de miles de jóvenes fueron obligados a ir, pero por su débil guion y decisiones cuestionables, terminan por hacer zozobrar la propuesta.
La Guerra de Malvinas nunca fue un tema ajeno al cine. Ya apenas volvió la democracia se estrenó Los Chicos de la Guerra (1984), de Bebe Kamin. Más adelante, Iluminados por el Fuego (2005), con Gastón Pauls, intentó una aproximación más cercana a la experiencia de los jóvenes argentinos que fueron enviados a luchar contra el ejército británico en 1982. Soldado Argentino sólo Conocido por Dios (2017) es, hasta el momento, el exponente más logrado sobre el tema. Juan (Mariano Bertolini), un joven aspirante a artista plástico, queda seleccionado para hacer el servicio militar durante el Proceso de Reorganización Nacional. Pronto será derivado a Malvinas, donde se reencontrará con Ramón (Sergio Surraco), su mejor amigo hasta que se puso de novio con Ana (Florencia Torrente), su hermana. En el frente de batalla, ambos olvidan sus diferencias, pero ya es tarde: Ramón desaparece en medio de una misión, y aún después de la contienda, se especula que él es el mítico soldado argentino que combatió hasta el final contra un pelotón de ingleses. Ana luchará porque su hermano sea reconocido como héroe, al tiempo que Juan debe aprender a sobrellevar los tormentos que acarrea desde aquellos días de frío, armas y muerte. La película contó con el apoyo de Ejército Argentino, la Armada Argentina y la Fuerza Aérea Argentina, y se nota en el impresionante despliegue de producción, que incluye vehículos anfibios y aviones Harrier bien animados digitalmente. Nunca como esta vez en el cine nacional se sintió tan realista no sólo la Guerra de Malvinas sino un enfrentamiento bélico. El director Rodrigo Fernández Engler transporta al espectador a un verdadero infierno, donde los muchachos hacen lo que pueden para sobrevivir. Las secuencias ambientadas en las islas son una parte del film, que luego se enfoca en el después, mostrando las vivencias de Juan y de otros integrantes de aquel pelotón, y cómo cada uno sale adelante con las heridas (físicas y psicológicas) que les dejó la contienda. Mariano Bertolini está correcto como el hilo conductor de la trama, pero son aún más veraces las actuaciones de Surraco, Ezequiel Tronconi y Fabio Di Tomaso; convincentes como soldados y de civil. Además de sus perturbadoras recreaciones de una guerra, Soldado Argentino sólo Conocido por Dios permite vislumbrar la situación de los héroes anónimos y su relación entre ellos mismos y con la sociedad. No por contar con apoyo de organismos militares glorifica a las Fuerzas, sino que también las mira con desdén. Una película indispensable para conocer en detalle parte del pasado más triste de este país, y para entender y valorar el presente.
Los veteranos de Malvinas en primer plano. En 1982, jóvenes argentinos con sueños veían cómo estos se desvanecían al ser seleccionados de manera aleatoria para combatir en las Islas Malvinas contra Inglaterra por su recuperación. Es así cómo se desarrolla la historia de Juan, un joven alegre que vive una historia de amor con la hermana de su amigo y ve sus proyectos cancelados al recibir la noticia de ir a la guerra de Malvinas. De esta manera empieza el relato del film Soldado argentino… que cuenta con una sutil reconstrucción de aquel ambiente desolador de la guerra en el frío del Atlántico Sur. La película, lejos de ser una historia de amor trunca, parece estar enfocada en el conflicto interior de aquellos jóvenes durante la ardua batalla contra la súper potencia británica. Jóvenes que hoy conocemos como veteranos de Malvinas, a quienes tal como refleja este film se los trató injustamente y solamente con la etiqueta de la derrota en el campo de batalla desigual. Sin embargo, más allá de las buenas intenciones de Soldado argentino... existen falencias en el montaje, la fragmentación de los tiempos ópera en contra de la trama y su fluidez en términos narrativos. La búsqueda por la identidad del héroe “Pedro” pareció un argumento con poca fuerza, por ejemplo. Y tampoco convence el desenlace. Aunque debe rescatarse la participación de actores poco conocidos y un desempeño aceptable.
A 35 años del conflicto por Malvinas llega este jueves 6/4 el estreno de “Soldado argentino sólo conocido por Dios” película dirigida por Rodrigo Fernández Engler con la participación de Hugo Arana, Mariano Bertolini y Florencia Torrente. En un pueblo del interior, en la provincia de Córdoba, comienza a desarrollarse esta historia. Dos amigos, cada uno con sus inquietudes e ideales para su futuro, sienten que esas diferencias ideológicas los distancia. Para colmo uno de ellos se enamora (a escondidas en un principio) de la hermana del amigo. Siendo el detonante para la pelea entre ambos. El destino los volverá a juntar en el frente de batalla, en Malvinas. El film está muy bien realizado con un valioso despliegue de producción en especial las escenas de guerra con una lograda fotografía, luego promediando la peli -finalizada el conflicto- el relato está relacionado con la búsqueda de esta hermana por su hermano que nunca regresó… A pesar de las buenas intenciones de la peli a mí no me logró transmitir toda esa emoción necesaria. Atentos a que estamos frente a una historia muy fuerte, cruda y real. Siento que es bastante difícil para una ficción poder transmitir todo ese sabor amargo ante tanta muerte injusta y con una herida abierta. El guión está bien y siempre es significativo poder visualizar nuestra historia con tanta claridad de imagen.
A 35 años de la guerra de Malvinas llega este film de Rodrigo Fernández Engler (“Cartas a Malvinas”) que se centra en la historia de tres muchachos y en una leyenda. Chicos mandados a la guerra, sin preparación, comandados por jóvenes oficiales apenas algunos años mayores que esos soldados, que se enfrentan a un enemigo con un poderío bélico apabullante. La película se divide en dos partes: el conflicto con un despliegue inusual para el cine argentino en el género bélico. Muy bien resuelto, con pulso, creíble y sorprendente. Con imágenes de una gran producción que lo dicen todo. La comprensión cabal de lo que ocurrió. Y una segunda parte mas intima, con las secuelas dolorosas, constantes, presentes, que dejó esa guerra que todavía sigue siendo la razón de tantos suicidios entre los que participaron en ella. No hay cuestionamientos históricos sobre lo que ocurrió, ni análisis de cómo llegamos a esa guerra. El planteo es directo y válido; el momento de la guerra hasta la derrota y el doloroso después. En ese después esta la falta de contención, las medidas extremas, la indiferencia, la incomprensión. Sentimientos tan actuales y lacerantes que llegan a nuestros días. En el elenco se lucen: Mariano Bertolini, Sergio Surraco, Florencia Torrente, Fabio Di Tomasso, el gran Hugo Arana. Pasaron 35 años pero el tema “Malvinas” es todavía una herida abierta por la indiferencia, la falta de reconocimientos, las causas pendientes. Ni siquiera es una guerra que haya motivado muchos muchas producciones, apenas una decena. Por eso es grato y bienvenido este film que sorprende para bien.
Soldado argentino solo conocido por dios: una herida aún abierta A 35 años de la Guerra de las Malvinas quedan todavía muchas recuerdos que queman. Como esta historia de Juan y Ramón, amigos desde la infancia, ques son reclutados para ir a aquel inhóspito territorio y y deberán hacer frente a sus miedos y al intenso frío de la región además de compartir actos heroicos. El director Rodrigo Fernández Engler logró plasmar esta historia con certeras pinceladas que muestran con todo su horror ese conflicto (es excelente la recreación de las escenas bélicas). El correcto elenco supo dar autenticidad a esos personajes que hablan de un pasado teñido de incertidumbres y de solidaridad.
En nombre del honor La verosimilitud de las escenas en Malvinas y el justo homenaje a los ex combatientes la hace recomendable. Malvinas fue más que una experiencia extremadamente dolorosa para los jóvenes que fueron a pelear una guerra en inferioridad de condiciones. Los suicidios de ex combatientes siguen, y entre enero y febrero de este año se sumaron 22. Y ya hace 35 años de la contienda bélica. Soldado argentino solo conocido por Dios no es la primera ni definitiva película sobre ellos, pero sí la que logra una verosimilitud mayor hasta ahora. La película de Rodrigo Fernández Engler está estructurada en dos (o tres) partes. La primera es la presentación de los personajes, Juan –Mariano Bertolini- y Ramón -Sergio Surraco-, amigos hasta que uno se puso de novio con Ana, la hermana del otro -Flor Torrente-, antes del viaje a Malvinas. Su posterior reencuentro en las islas y la lucha en las batallas sería la segunda. Y la tercera transcurre en el futuro, cuando Ana realiza la pesquisa del legendario soldado desconocido del título, un joven que habría peleado solo contra un batallón de ingleses y su nombre permanece desconocido. Si el director contó con el apoyo logístico de las Fuerzas Armadas, lo que redundó, al margen de una batería de efectos visuales y de postproducción, en que las escenas de desembarco de argentinos y la llegada de los ingleses sean realistas, además de las confrontaciones en el campo de batalla, esto no le impidió hacer una crítica impiadosa al desenvolvimiento de las Fuerzas y de los gobiernos nacionales, sea el de la dictadura como los democráticos. La película acusa la desprotección (y falta de solidaridad y/u homenaje) a los ex combatientes. Eso desde los diálogos. Pero lo mejor del filme está contado en imágenes. La película de Fernández Engler queda fragmentada cuando las acciones transcurren en el futuro. Sea por la falta de convicción de algunas actuaciones –todas habían sido notables mientras la historia sucedía en Malvinas- o por cierta declamación, el filme cae como en un pozo hasta climático, el que emerge recién al final. Las vivencias, las heridas nunca cerradas, el heroísmo y la falta de coraje, el mirar de frente y para el costado: todo eso está en Soldado argentino solo conocido por Dios. Que no es la película definitiva que se merecen los ex combatientes, pero que les hace honor.
Iluminados por un fuego muy distinto. A diferencia de la película de Tristán Bauer sobre la guerra de Malvinas, donde no había héroes sino víctimas de las decisiones de sus superiores, en la ópera prima de Fernández Engler, premiada en el último Festival de Mar del Plata, se reivindica la leyenda de un soldado. Coproducida por una iglesia evangélica cordobesa llamada Cita con la Vida, con apoyo de las tres fuerzas armadas, y dedicada lisa y llanamente “a Dios”, sería muy fácil e improcedente caerle encima a Soldado argentino sólo conocido por Dios por esos datos de contexto. Corresponde en cambio, como ante toda obra, evaluarla –eventualmente criticarla– por lo que es, por el texto. Ganadora de la sección Panorama en la última edición del Festival de Mar del Plata, coescrita y dirigida por el realizador cordobés Rodrigo Fernández Engler, Soldado argentino… (la del título es una fórmula equivalente a la de “soldado desconocido”) parafrasea, en su segunda parte, una leyenda malvinera, la del soldado Pedro, combatiente que habría seguido peleando después de que su regimiento se rindió. No por nada la otra dedicatoria de la película, además de Dios, es “a los héroes de Malvinas”. En este sentido, y en varios más, la película de Fernández Engler representa el polo opuesto de Iluminados por el fuego, donde no había héroes sino víctimas de las decisiones de sus superiores. Como en la película de Tristán Bauer, hay en el centro de SASCPD dos amigos, que cuando llegan a Malvinas ya no lo son. Al volver de la colimba a su pueblito de Traslasierra, Ramón (Sergio Surraco) encuentra que Juan (Mariano Bertolini) se puso de novio con su hermana Ana (Florencia Torrente), y no perdona lo que considera una traición. “Volvió muy cambiado”, dice Juan, refiriéndose a que su ex amigo quiere seguir la carrera militar. A él, en cambio, le gusta dibujar, y se anota en Bellas Artes. Pero lo convocan para la colimba, sus padres impiden un intento de deserción, lo destinan a Chubut y en Chubut lo meten en un avión y lo mandan a un destino incierto que resulta ser Malvinas, el 2 de abril de 1982. Como la mayor parte de las películas de guerra, el protagonista de SASCPD (al menos en la primera mitad) es grupal: se trata del pelotón que integra Juan, mientras Ramón, con quien se reencuentra allí, se va a pelear a Puerto Argentino, a la primera línea de fuego. Hay un corte y un salto temporal, tras el cual sobrevienen las secuelas de guerra. Juan, que se apartó del mundo y se recluyó, se reencuentra con uno de sus compañeros (Ezequiel Tronconi), que está en silla de ruedas. Algunos quedaron en Malvinas, otros se suicidaron, las asociaciones de Veteranos colaboran con la reintegración. En busca de Juan viene Ana, convencida de que el soldado Pedro de la leyenda es su hermano Ramón. Técnicamente impecable (la fotografía de Sebastián Ferrero entrega tonos oscuros dentro del avión y cielos dorados o cargados en Malvinas) y muy bien actuada por un elenco parejo y compacto, en términos dramáticos y narrativos SASCPD es irreprochable y, en ocasiones (el audaz salto temporal de la mitad, el plano final, que termina con una elipsis), excelente. Lo discutible es el punto de vista. La de SASCPD es, del lado argentino, una guerra asombrosamente prolija. Todas las armas funcionan, ninguna se traba, ni está oxidada, ni dispara al revés. No faltan provisiones, afanadas por la superioridad. No hay un solo oficial que trate mal a un soldado, que lo castigue, que lo estaquee. En síntesis: se siente el apoyo de las tres armas. El único soldado creyente (“soy evangelista”, aclara) es poco creíble: cuenta, como si nada, que habla con Dios. En cuanto al heroísmo de Ramón, puede entenderse como tal o, perfectamente, como sobreactuación o delirio. Ponerle el pecho a las balas siempre lo es, pero en el caso de él hay que tener en cuenta que se trata de un tipo con cabeza de milico, capaz de ponerse como loco porque su amigo se puso de novio con su hermana, y de entrar en su casa como quien invade la trinchera enemiga, dispuesto a barrer con todo. Un último apunte con respecto a Ramón: Sergio Surraco tiene 39 años y se le notan. ¿Cómo se les ocurrió a los responsables de la película intentar hacerlo pasar como colimba?
Midú Junco Producciones (de los saladillenses Fabio Junco y Julio Midú) coproducen con Cita con La Vida Emprendimientos Audiovisuales y la Fundación Criteria esta película que se presentó en 31° Festival Internacional de Mar del Plata y que se estrena el próximo 06 de abril en simultáneo en casi cien salas del todo el país. Oportunamente estrenada para el 35 aniversario de la Guerra de Malvinas. Para llegar a esta versión 2016 de la Guerra de Malvinas que vimos aquí en Pinamar se podría repasar la lista de peliculas que tratan sobre el tema y conforman ya un bloque que, aunque variado, se podría diferenciar por épocas de producción, por lo tanto de puntos de vista colectivos. Mayormente, y tal vez como ningún arte lo ha hecho, el registro de esos filmes es de denuncia, parten de la mirada en los ex combatientes y ponen a la luz la situación desesperante de abandono y desidia por parte del Estado hacia esa categoría de conscriptos que fue enviada a luchar sin prepararlos ni física, ni psicológica ni profesionalmente. El tema está largamente historiado y teorizado y no vamos a abundar pero sí mencionar algunas peliculas emblema: Los chicos de la guerra, (de Bebe Kamin, 1984), La deuda interna (Miguel Pereira, 1988), el corto Guarisove, los olvidados, de Bruno Stagnaro, dentro de Historias Breves I ; Malvinas, historia de traiciones, documental de Jorge Denti, de 1984 sería todo ese primer bloque relacionado con el comienzo de la democracia, obviamente focalizando el enojo de una sociedad que en buena parte aplaudió la invasión irracional de las islas. El Belgrano, historia de héroes, de Juan Pablo Roubio, 2007; el menos conocido film cordobés Cartas a Malvinas, de Rodrigo Tomás Fernández, del 2009; y el otro film que ilumina esa segunda etapa Iluminados por el fuego de Tristán Bauer; Locos de la bandera, de Julio Cardoso del 2005; Malvinas la lucha continúa, de Fernando Cola, produccion platense; Markarian 345 de 2005; el documental No tan nuestras, de Ramiro Longo; Operación Algeciras del 2005; Palabra por palabra, de Edgardo Cabeza del 2008; el corto La media medalla, de Marco Grossi ; Hundan al Belgrano de Federico Urioste; Malvinas viajes del centenario de Julio Cardoso, del 2010; Desobediencia debida de Victoria Reale; La campana de Freddy Torres (2011); Héroe corriente de Miguel Monforte, del 2014; El Héroe del Monte Dos Hermanas Rodrigo H. Vila 2011. El acto heroico como acto individual es el que resalta la figura mítica de ese soldado anónimo que los ingleses llaman Peter y suele ser el primero que entierran en una guerra. La búsqueda de ese “Pedro” por parte de su hermana, convencida que es su propio hermano, funciona aquí como una motivación tardía que aparece hacia la mitad de la película: es decir, tras toda una primera parte que incluye una situación familiar, la partida de Juan al servicio militar obligatorio, la llegada a las Islas Malvinas, el comunicado de invasión, y los primeros combates; el título y la motivación van a aparecer en un momento que la película da un giro hacia algo que parece documental y que en realidad sigue siendo ficción. Unos años después, tampoco queda claro cuántos, Ana (la hermana) busca a Juan (el soldado en el que focaliza la enunciación de este film) y comienza una lucha personal en busca del honor del soldado desconocido. Además de ese cambio en el relato que supone también un giro narrativo inexplicable, hay una falla en ciertos registros de los actores, sobre todo en la segunda parte. Diferencia muy notable cuando aparece Hugo Arana que hace todavía más despareja la actuación de los más jóvenes. Una cámara movediza, abundantes travellings que funcionan en un espacio generalmente panorámico sobre todo en la primera parte, buena reconstrucción de vestuario, ambientación y dirección de arte y buenos efectos especiales que en el cine argentino nunca es poca cosa. Pero a Soldado argentino, sólo conocido por Dios le falla cierto andar por las superficies que no aporta nada que no hayamos visto antes.
Imagínense a los tiernos 18 años, el mundo a los pies y listo para comenzar la verdadera vida. Imagínense que de pronto ese futuro prometedor se ve arrebatado por un arma que es entregada en las manos y una orden para pelear una guerra. Claro que imaginarlo casi no hace falta, sucedió, y la guerra se perdió. Esos chicos ahora son tumbas anónimas que permanecen silenciosas en el cementerio Darwin de las Malvinas. ¿Y con aquellos que pudieron volver? A ninguno le fue indiferente esa disputa, creo que existe cierta noción de lo que les sucedía a aquellos que regresaban, independientemente de si eran capaces de retomar o seguir adelante con sus vidas, o a los que ya no podían lidiar con su propia existencia y decidían poner punto final. Rodrigo Fernández Engler, en su debut como director, elige retratar uno de los momentos más oscuros y trágicos de nuestra historia de esta manera. ¿Qué importa la guerra? Miremos a los pibes, lo que fueron y lo que son.
Aquellos otros, somos nosotros A 35 años de la Guerra de Malvinas, el director y productor Rodrigo Fernández Engler se centra en este marco para la realización de su última película. Desde 2007, cuando dirigió Cartas a Malvinas, dejó implícita su necesidad de honrar la vida de los soldados que vivieron un mar de atrocidades en nombre de la patria. Hoy, diez años después y con el apoyo del INCAA -que en aquella oportunidad no tuvo- vuelve al ruedo con Soldado Argentino sólo Conocido por Dios (2017) para llamar a la reflexión a la memoria colectiva con el objetivo de cuestionar y revisar los valores vigentes en la sociedad nacional que aún hoy permite que este episodio gris de la historia argentina conlleve el nulo reconocimiento por parte del Estado a los combatientes. Soldado Argentino está inspirada en los trágicos acontecimientos ocurridos en el archipiélago, en 1982. El guión presenta dos aristas bien marcadas. Por un lado, apunta a reconocer los derechos de los veteranos de guerra que lucharon con coraje y heroísmo en nombre de la patria e increíblemente hoy, ya con medio siglo de vida a cuestas y el estigma bélico presente, en lugar de ser considerados héroes por la sociedad, mendigan su reinserción social. Por otro lado, busca mediante valiosos testimonios de familiares y allegados de excombatientes romper el silencio y sacar a la luz con nombre y apellido aquellos caídos en batalla cuyas vidas quedaron detenidas -para siempre en ese instante de juventud en el cementerio del Puerto Darwin para que éstos soldados dejen de ser únicamente conocidos por Dios. La génesis de la historia es la conocida leyenda del soldado Pedro: El último excombatiente caído la noche previa a la rendición que fue enterrado en el cementerio sin ser identificado. El largometraje se centra en cómo dos amigos entrañables de la infancia, oriundos de un pequeño pueblo de Traslasierra, Córdoba, distanciados por sus diversas ideologías y carreras, se reencuentran en la guerra. Ellos son Ramón -Sergio Surraco, visto recientemente en la serie televisiva Herederos y recordado por la película Puerta de Hierro, el exilio de Perón (2012)- que optó por la carrera militar y combatirá en las batallas finales, cuerpo a cuerpo contra los ingleses, y Juan Soria -Mariano Bertolini, visto en la película El Visitante (1999), junto a Julio Chávez-, que por ser aspirante a Bellas Artes se desempeñará en la sección del subteniente Quiroga y vivirá un derrotero contra el hambre y el frío en paisajes desolados. Este dúo no sólo se unirá en el campo de batalla sino también por amor a Ana, la hermana de Ramón, interpretada por Florencia Torrente, con quien Juan mantiene una relación. Este personaje apela como subtema para continuar la historia postguerra y revelar cómo el amor incondicional que Ana les tiene funciona de motor para impulsar diez años después una ardua lucha por honrar sus vidas. La trama cuenta con tres momentos bien marcados: antes, durante y después de la guerra. Así logra situar al espectador desde el primer minuto en espacio-tiempo a través de un plano donde aterriza -cual dron- sobre el archipiélago, acompañado por un graph del año marcado a fuego: 1982. Dato no menor, teniendo en cuenta su anterior trabajo y más aún la película Iluminados por el Fuego (2005), de Tristán Bauer, que abusaban de material de archivo para construir la narración. En este sentido, es interesante cómo el director mediante, la simpleza del guión, logra la empatía del espectador hacia los soldados y deja de lado lo conocido -entendiendo que es de público conocimiento- para ahondar en un terreno más osado: la psiquis de los excombatientes para entender, a buena hora, cómo vivieron la contienda que transformó sus vidas. Sobre este eje avanza de manera unirideccional Soldado Argentino: retratar las secuelas de una guerra que pareciera no tener fin. Otro punto a favor de la película está en cómo Fernández Enger supo elegir las locaciones de idéntica topografía a Malvinas, ya que se rodó en Comodoro Rivadavia (Chubut), Bahía Blanca, Córdoba y hasta en plena Base Naval Puerto Belgrano (Punta Alta, Buenos Aires). Su perfecta fusión de paisajes junto con la artística que cuenta con los medios, vehículos anfibios, helicópteros e instalaciones de época le dan impronta al film y consiguen, junto a la música compuesta por Claudio Vittore y el grandioso elenco que, eficazmente encarna a estos héroes, reflotar y recrear a la perfección este capítulo sangriento de la historia nacional. Sin duda, el enorme carisma demostrado de Mariano Bertolini, Sergio Surraco, Fabio Di Tomaso, Ezequiel Tronconi, Hugo Arana y Florencia Torrente, únicamente merece aplausos. Ellos, junto a la participación de la Armada Argentina, el Ejército Argentino y la Fuerza Aérea Argentina, hicieron posible este trabajo. Rodrigo Fernández Engler da en la tecla, y a 35 años de la tragedia transmite la urgencia de abrir el diálogo en la sociedad para definir esta situación que transformó la vida de los soldados. Su mensaje sobrepasa la pantalla grande y la película logra sumar su granito de arena e indudablemente dará que hablar, intentando brindar en vida el reconocimiento que tanto merecen y esperan los soldados argentinos. Finalmente se destierra el mito de vencedores y vencidos en post de cambiar esta triste realidad para fomentar la unión como ciudadanos, de manera que la historia de los caídos no quede únicamente en las tumbas.
Yo formé parte de un ejército loco. Nuevamente el director Rodrigo Fernández Engler sitúa la lente de su cámara sobre el conflicto bélico de las Islas Malvinas para traernos Soldado argentino sólo conocido por Dios. En la cinta conoceremos a dos jóvenes cordobeses, los cuales son enviados a una de las guerras más absurdas de la historia mundial: la Guerra de Malvinas. Allí conocerán el horror del que es capaz el ser humano y la heroicidad de la gente común. Soldado argentino sólo conocido por Dios está basada de forma muy vaga en un hecho real: la leyenda del soldado Pedro. Según este mito, cuando Argentina perdía la batalla de Puerto Argentino, y de esta forma irremediablemente la guerra, un soldado vernáculo decidió hacer frente a la embestida inglesa, aguantando todo lo que pudo mientras el resto de los combatientes argentinos emprendía la retirada, resistiendo hasta la muerte, y siendo enterrado como un NN en las islas. Hay varias versiones sobre esta misma leyenda, pero el común denominador entre todas ellas es la heroicidad de Pedro –nombre puesto por los ingleses–, una especie de súper soldado argentino que hizo frente a todos y murió como héroe (o superhéroe). El director tomó esta fábula para su película, teniendo como base solamente la leyenda en sí misma, y agregando los personajes y demás. Si bien los combates plasmados en pantalla existieron y el mito es cierto, todo el resto es fantasía. La Guerra de Malvinas afectó no solamente a los combatientes, sino a todo el pueblo argentino en general. Un tema muy bien trabajado y planteado durante la trama, tanto en las escenas de combate como en los igualmente logrados momentos dramáticos más íntimos y personales. Sin caer en el golpe bajo o sentimentalismo fácil, un gran acierto por parte de su director. Conclusión: Soldado argentino sólo conocido por Dios es una buena propuesta bélica nacional. No esperen ver demasiados combates -de hecho casi no hay- pero los plasmados en pantalla están muy bien realizados. La cinta tiene un buen ritmo, los actores componen personajes interesantes –y sobre todo creíbles– y el enfoque de Fernández Engler sobre este conflicto bélico termina resultado acertado.
EL TEMA PENDIENTE Malvinas debería ser un tema mucho más habitual de lo que es, pero la realidad dice que la traumática guerra con el Reino Unido es tan controversial que en general se evita. Soldado argentino sólo conocido por Dios toma el toro por las astas y se mete de lleno en la historia de un soldado que es convocado a servir a la patria y muere en combate sin que se se conozca exactamente dónde fue que murió. La película logra a través de una producción que verdaderamente se luce, poner en escena la guerra con grandes momentos en lo que hace a lo bélico. La secuencia en lo que fue el teatro de operaciones de la guerra está muy bien pero desgraciadamente no es lo que más dura de la película. La primera parte donde se presenta la vida diaria del soldado al que después seguiremos en la batalla, es más o menos llevadera, aunque se advierten algunos problemas de guión y verosimilitud, pero todo eso se olvida una vez que el soldado llega a la isla y el director despliega una interesante gama de saberes. Soldado argentino solo conocido por Dios logró el apoyo de las Fuerzas Armadas y le sacó provecho, pero la mirada está lejos de ser crítica como por caso en Los chicos de la guerra (Bebe Camin), Iluminados por el fuego (Tristán Bauer) o Guarisove, los olvidados (Bruno Stagnaro). Rodrigo Fernández Engler en cambio, decide centrar la historia en el heroísmo de quienes estuvieron en batalla. Cuando pasa la parte de la batalla, llega lo más flojo de la película, una pos guerra un tanto confusa que pone la mirada sobre la búsqueda de los familiares del soldado argentino, solo conocido por Dios. Todo lo fluido que se había mostrado en las escenas bélicas se pierde y el relato se vuelve tedioso. Lo cierto es que al final, vuelve a estar presente que la Guerra de Malvinas sigue siendo un tema que espera ser abordado con nuevas miradas, que superen los lugares comunes. Y este cronista se pregunta cuando aparecerá el productor valiente que se atreva a llevar a la pantalla Los Pichiciegos, la mejor novela sobre el tema escrita por Rodolfo Fogwil. SOLDADO ARGENTINO SÓLO CONOCIDO POR DIOS Soldado argentino sólo conocido por Dios. Argentina, 2017. Dirección: Rodrigo Fernández Engler. Guión: Ivana Galdeano y Rodrigo Fernández Engler. Elenco: Mariano Bertolini, Sergio Surraco, Fabio Di Tomaso, Ezequiel Tronconi, Florencia Torrente, Hugo Arana. Producción: Rodrigo Fernández Engler, Juan Belar, Fabio Junco, Julio Midú. Duración: 102 minutos.
Soldado argentino sólo conocido por dios es una película necesaria e incluso obligatoria. A partir del año que viene tendría que proyectarse en todos los colegios del país cada vez que se conmemore el 2 de abril. Sorprende ver una producción bélica nacional, y si bien hay algunos antecedentes, siendo Iluminados por el fuego (2005) la más resonante, este estreno tiene dos puntos muy importantes a desarrollar. Por un lado el punto de vista in situ de los colimbas que fueron a pelear una guerra injusta y muy dispareja con tan solo 18 o 19 años. Y por otro el lado el factor humano y la empatía tremenda que transmiten los protagonistas. Es imposible no sufrir con ellos y que el film no te pegue duro. Porque aun habiendo visto cientos de películas de guerras, estas nos fueron ajenas y sobre conflictos a miles de kilómetros de distancia y en los cuales no participamos como nación. Aquí estamos hablando de la guerra de Malvinas y nos toca a todos. El nivel de producción es de tal excelencia que logran lo que a mi entender se tiene que convertir en una de las grandes escenas del cine argentino: el desembarco en las Islas. Verdaderamente impresionante. Excelente trabajo del director Rodrigo Fernández Engler, quien viene laburando en la temática desde hace varios años ya que su ópera prima fue Cartas a Malvinas (2007). Con mucha maestría mezcla dos historias/mitos de lo que ocurrió en las Islas y les da vida en la pantalla grande: la leyenda del soldado Pedro, (supuestamente uno que luchó hasta las últimas consecuencias), y la del subteniente Reyes (quien tenía que alertar sobre el desembarco de los ingleses). La realidad, la ficción y los mitos se unen en un nuevo relato que tiene altos y bajos. Lo mejor es lo que se muestra de las Islas, como ya he remarcado, y lo que no se luce tanto es lo posterior, que es el arco argumental protagonizado por Florencia Torrente. Lo que me lleva a lo actoral: salvo por ese personaje (que tampoco está mal compuesto) el resto del elenco está impecable. Ayuda mucho a que ninguno sea una mega estrella de la televisión para que puedas creerte más que son soldados/colimbas. Como dato no menor hay que destacar que todos recibieron entrenamiento militar real en cuarteles del ejército, durmiendo y comiendo ahí sin ningún trato preferencial. Mariano Bertolini, Ezequiel Tronconi, Sergio Surraco y Fabio Di Tomaso hacen un laburo excelente y lagrimeas con y por ellos. La película es tan buena como sus actores. Soldado argentino sólo conocido con dios es un testimonio moderno de la cruenta historia y tiene que ser orgullo nacional de la misma manera que lo son las personas a quienes representan. Necesitamos más películas así.
En la semana conmemorativa se estrena un nuevo film sobre la guerra, la historia del estudiante de arte y conscripto cordobés y de su amigo desaparecido en las islas al que los ingleses llamaron Pedro. Una primera parte de combate, con correctas secuencias de acción distante, y una segunda de búsqueda de esa historia, estructuran una película sobremusicalizada que se presenta como un claro vehículo de homenaje a los veteranos.
Con un diferente punto de vista sobre el conflicto bélico en las Islas Malvinas, que este año cumple 35 años y que aún es una herida sin cerrar para nuestro país, se estrena Soldado Argentino solo conocido por Dios (de Rodrigo Fernández Engler): una revisión melancólica sobre la guerra y la situación de los ex combatientes. Juan (Mariano Bertolini) y Ramón (Sergio Surraco) son amigos de la infancia hasta que Juan se enamora de Ana (Florencia Torrente), la hermana de Ramón. Mientras él se prepara para ingresar al Bellas Artes, Ramón decide hacer la carrera militar. Cuando la conflagración se desata los amigos se reencuentran camino a las islas, sólo para ser nuevamente separados por la muerte de Ramón. Ya terminado el conflicto es Ana quien se encargará, a través de la búsqueda del cuerpo de su hermano, de ayudar a Juan a encontrarse a sí mismo nuevamente. Soldado Argentino sólo conocido por Dios transita dos momentos bien diferenciados: el primero, en el cual se nos muestra la lucha armada en sí, no revierte demasiadas novedades para el espectador. Es la segunda parte, la búsqueda de Ana, la que aporta al conflicto una mirada fresca y más interesante, porque habla sobre lo mucho que nos queda a los argentinos para saldar la deuda que tenemos con nuestros soldados, con los que murieron y los que volvieron, abandonados por los mismos que los mandaron a combatir. Mariano Bertolini se luce en su protagónico. El personaje es querible y se puede fácilmente comprender la disputa interna que tiene, así como lo torturado del personaje. El resto del elenco acompaña pero no logra resaltar. La mirada del ex combatiente de Malvinas, sesgada de casi todos los relatos, esta acá reivindicada en el papel que hace Ezequiel Tronconi, que aunque el guion lo vuelve sobreexplicativo, él logra con sutilezas comunicar mucho más sus emociones, permitiendo al espectador comprender su posición de un modo más complejo que lo que las palabras hacen parecer. Soldado argentino sólo conocido por Dios tiene una una buena intención que no todo el tiempo logra desarrollar pero que puede resultar interesante para quienes quieran ver una nueva mirada sobre este tema.
Su trama se divide en dos partes la relación entre dos amigos Juan (Mariano Bertolini) y Ramón (Sergio Surraco), luego la pelea entre ellos porque Juan se enamoró de Ana (Florencia Torrente) la hermana de Ramón, luego ambos van a la guerra. En la segunda parte Ana emprende la búsqueda y averiguar sobre el cadáver de su hermano en las Malvinas, pasando por la lucha para que lo reconozcan como un héroe. Por otra parte están los ex combatientes como debieron enfrentar y aprender a sobrellevar sus tormentos. Siempre vienen bien este tipo de historias en nuestra cartelera, este es un homenaje a nuestro caídos en Malvinas y hechos que aun viven en la memoria de muchos. Ya se había mostrado otras historias como: “Los Chicos de la Guerra” (1984), de Bebe Kamin, “Iluminados por el Fuego” (2005). En esta ocasión esta película contó con el apoyo de Ejército Argentino, la Armada Argentina y la Fuerza Aérea Argentina. Pero contiene un guión débil y algunas actuaciones resultan poco convincentes.
Pedro, como si nada hubiera sucedido Salvo una que otra excepción, y la mayoría fallidas, la guerra de Malvinas no ha sido representada por el cine de ficción argentino. El caso más emblemático sin duda fue el de Los chicos de la guerra (Bebe Kamin, 1984), aunque por la cercanía con el conflicto no logró tomar distancia de los hechos y profundizar más allá de la guerra en sí misma. Soldado argentino, sólo conocido por Dios (2016) es una nueva mirada sobre el tema y con la lejanía necesaria para reflexionar sobre el tema y mostrar otras aristas. Varios relatos británicos mencionan a un soldado argentino del que casi nada se sabe, que fue muerto poco antes de la caída de Puerto Argentino, tras negarse al rendimiento. En 1983, fue hallado un cuerpo en la zona de ese combate y se lo enterró como NN en Darwin. Con los años, varios estudios empezaron a relacionar una cosa con otra dando origen a "La leyenda del soldado Pedro". Soldado argentino, sólo conocido por Dios se centra en esa leyenda y es a partir de ahí que los autores abren un juego ficcional que despliega líneas narrativas hacia varios personajes para hablar no solo del conflicto bélico sino también de la post guerra y sus secuelas tanto humanas como sociales. Durante la primera mitad la trama focaliza sobre la guerra en si misma para mostrar a un grupo de soldados argentinos, sin ningún tipo de experiencia y con armas arcaicas, enfrentándose con una notoria desventaja al ejército inglés. Este periodo que, atravesará desde el comienzo del 2 de abril hasta la rendición, está planteado como un film bélico logrando una puesta digna ante la escasez de recursos con las que cuenta el cine en estas latitudes. La decisión de focalizar sobre unos pocos personajes y trabajar con planos abiertos, mostrando batallas, invasiones acuáticas y bombardeos aéreos le aporta a la película empatía con los personajes, tensión y ritmo narrativo. Es en la segunda mitad cuando la historia sale del conflicto propiamente dicho y vira hacia el drama de la hermana de uno de los soldados (Ramón) muerto en la guerra y cuyo cuerpo no ha sido identificado. A partir de ahí seguiremos el derrotero de la joven para logar la exhumación del cuerpo del famoso Pedro, al que ella supone podría ser Ramón. Este transitar servirá para mostrar las decisiones políticas inmediatas que se tomaron post guerra como las secuelas que esta dejó sobre las personas, tanto directa como indirectamente. Más allá de apelar a algún golpe bajo (sobre todo en lo musical), subrayados innecesarios y tratar de dejar bien parado a la cúpula del Ejército Argentino a cualquier costo, Rodrigo Fernández Engler (Cartas a Malvinas, 2007) logra con Soldado argentino, sólo conocido por Dios una interesante aproximación a la guerra de Malvinas y sobre todo al cine bélico, género ausente en la cinematografía nacional. Para destacar las nobles actuaciones de Mariano Bertolini, Ezequiel Tronconi, Fabio Di Tomasso y Sergio Surraco.
“Soldado argentino: Sólo conocido por Dios”: Héroes olvidados. “Soldado argentino: Sólo conocido por Dios” llega a los cines nacionales el jueves 6 de abril con una historia que emocionará a todos los espectadores, basada en hechos reales. La película refiere a una triste etapa para los argentinos cómo fue la Guerra de Malvinas y explica cómo, después del combate, el tiempo no pudo curar las heridas y mucho menos en los ex combatientes, jóvenes que dieron todo por la patria y sólo consiguieron la indiferencia e ignorancia social. “Hay en mi alma un olvido que vino conmigo y ya no se va. Pero hay en mi alma un amigo que murió conmigo a orillas del mar”. Esa frase pertenece a la canción oficial de la película, cantada por Alejandro Lerner, y demuestra claramente el dolor que tuvieron que atravesar los soldados, aún cuando dejaron de serlo. Existen varios trabajos nacionales acerca del enfrentamiento de 1982 entre Argentina y Gran Bretaña. Entre ellos, “Iluminados por el fuego”, “Los chicos de la guerra”, “La deuda interna”, “Hundan el Belgrano”, “Desobediencia debida”, “Huellas en el viento”, “Malvinas, 25 años de silencio”, “Locos de la bandera”, “Combatientes”, entre otros. Entonces, ¿Qué es lo que diferencia a “Soldado argentino: Sólo conocido por Dios” de las demás? Es la primera película que se concentra en la posguerra de Malvinas, y no sólo en el enfoque en las consecuencias de la guerra para los excombatientes, sino el enaltecimiento de la soledad y agonía con que tuvieron que continuar o no sus vidas, en el intento del reconocimiento social. El director argentino, Rodrigo Fernández Engler, ya había estrenado una película en 2009 con una temática relacionada, “Cartas a Malvinas”, la historia de un cartero jubilado que recuerda su paso por la guerra. Sin embargo, en este nuevo trabajo, aunque el argumento está basado en el mismo hecho histórico, lo abarcó desde los jóvenes que fueron obligados a asistir al combate. El director optó por el uso de planos generales que demostraron el gran paisaje de varios puntos del país donde se llevó a cabo el rodaje: Córdoba, Buenos Aires y Chubut; pero, a su vez, generó contraste con el primer plano a los personajes o detalle a distintos elementos clave en la trama, como por ejemplo las botas llenas de barro y pisando charcos durante la guerra, reflejando las características del ambiente en donde debieron luchar. Uno de los planos emblemáticos del film fue la escena a la naturaleza en donde se enfoca a una gaviota volando por encima del mar hacia las nubes, en la cual el director quiso reflejar la libertad anhelada por todos esos combatientes, el deseo de no estar ahí frente a un enemigo que cada vez era más peligroso y un destino que desvelaba sólo angustia y dolor. El film relata la historia de los amigos Juan Soria y Ramón Molina, quienes fueron amigos desde la infancia hasta que Juan se enamora de la hermana de Ramón, Ana Molina. Sin embargo, la guerra los vuelve a juntar y, en el campo de batalla, la unión entre ambos estará a flor de piel y se notará en cómo se defienden el uno al otro. La película demuestra también la valentía con la que afrontaron ese duro destino, de luchar consigo mismos para superar sus miedos y poder enfrentar la batalla. Sin embargo, explica también la post-guerra, la dura realidad, en la que los excombatientes fueron excluidos, discriminados por toda una sociedad, en la cual encontrar trabajo es todo un desafío y seguir adelante una utopía. El film contó con el labor de un gran elenco: En primer lugar el protagonismo de Mariano Bertolini, actor de “El Faro” o “El Verano del Potro” y quien interpretó a Juan Soria; el artista supo reflejar la angustia y desesperación en primera persona de un excombatiente. Por otro lado, Sergio Surraco, quien trabajó en “El karma de Carmen” o “Puerta de Hierro, el exilio de Perón” fue Ramón Molina, o también llamado “Pedro”, realizó una buena labor en cuanto a ponerse en la piel de un soldado que fue un dolor de cabeza para los ingleses hasta el último momento. Por otro lado, el film contó con el debut cinematográfico de Florencia Torrente, como Ana Molina, actriz que promete un buen futuro ya que estuvo a la altura de las exigencias y supo demostrar la impotencia ante la falta de justicia y memoria en el país. Además, Fabio Di Tomaso, actor de “Bajo bandera”, se puso en la piel del Subteniente Quiroga, y lo hizo con gran nivel ya que demostró la seriedad y rectitud del ejército argentino. Y también Hugo Arana, quien trabajó en “Muerte en Buenos Aires” o “Vivir a los 17” interpretó a Antonio quien, aunque tuvo un papel secundario, supo resolverlo con buen nivel. “Es una experiencia intensa, creo que de las más intensas que me tocó atravesar porque requería de conocimientos y de una instrucción militar”, confesó Di Tomaso para la página oficial del film. A su vez, en una entrevista para La Voz, Bertolini reveló: “Es una película bastante esperanzadora, porque mucha gente que fue no puede seguir haciéndose cargo de su vida. Hacia el final se cuenta el rechazo de la sociedad respecto a los que fueron a Malvinas, la falta de valoración hacia ellos”. A fin de cuentas, el film pudo reflejar de gran forma el dolor y la importancia de un excombatiente que se siente menospreciado por el Estado y por una sociedad que no se hizo cargo del daño que generó en ellos. Después de todo, el “Soldado argentino” pudo haber sido Ramón, como sospechaba Ana, pero el director quiere reflejar que también todos consiguieron ese título y lo llevaron con honor hasta el final. Además, relata el cambio personal que genera, el impacto de la guerra en cada soldado, lo que lleva a que muchos no puedan vivir en paz consigo mismos, que no sepan donde correr, por tener que volver a enfrentarse con la vida, y con la amargura del pasado en batalla, como ocurre con el protagonista, sin lugar para ocultarse. Por esa razón, la cinta se llama “Sólo conocido por Dios”, ya que cada soldado dejó su vida por la patria y sólo consiguió indiferencia social. El film inspira a reflexionar y pensar… ¿Hasta cuándo puede seguir así la sociedad? ¿Qué estamos esperando para reconocerlos como lo que son: héroes? “Aquellos que ya nunca volvieron, aquellos otros… somos nosotros”. Con esa frase concluye la canción de Alejandro Lerner que eriza la piel.
Nuestro comentario del drama bélico con el contexto de la Guerra de Malvinas. Resulta imposible abordar esta película sin partirla al medio: durante la guerra y después de la guerra. Es mucho más que una división formal; Soldado argentino sólo conocido por Dios, cuando se aleja de las islas para retratar el trastorno de los sobrevivientes, cae en infinidad de despropósitos, como si otra idea del cine se hubiese apoderado de los realizadores, otra moral impulsada por un didactismo apático. El punto de partida para contar el conflicto bélico es ingenioso: la leyenda del soldado Pedro, de quien se dice que fue el último caído en Malvinas. Tal rumor nunca se rectifica, pero funciona como disparador para que Rodrigo Fernández Engler recree el entorno del héroe anónimo. La hazaña del supuesto Pedro funciona como trasfondo, es un accesorio colorido que no obstante se desaprovecha cuando la película más lo necesita: durante la posguerra. Allí donde se podría jugar con la representación, poner en jaque los constructos históricos, e inclusive convertir el relato en un policial mitológico, Soldado argentino... opta aplastarse en una tristeza solemne, convertirse en un teatro sociológico para proyectar en las aulas un 2 de abril. Si fastidia sobremanera este cambio de rumbo, junto al empobrecimiento de la puesta, es porque lo obtenido en Malvinas fue sobrio y sólido. La capacidad de contar una guerra en fuera de campo es formidable, respaldado por el gran diseño sonoro de Hernán Conen. Las actuaciones en conjunto convencen y tornan creíbles líneas de diálogo en plena acción. También se aprecia sensibilidad para los encuadres, siempre inundados por la luz mortecina de Sebastián Ferrero, acaso uno de los mejores directores de fotografía en Córdoba. La recreación de las islas, en resumidas cuentas, es exacta, y hasta los enigmáticos planos de unos pájaros aportan para contagiar la desolación de estos jóvenes entregados en sacrificio. Hacia abajo La rendición del Ejército Argentino marca un pico de tensión sin necesidad de caricaturizar a los ingleses. Entonces, cuando parecía que estábamos ante la película más aguda sobre Malvinas, todo se desmorona de manera bochornosa. El resto de la película de Fernández Engler persigue a Florencia Torrente reclamando por la identidad de su hermano, convencida de que es el Pedro de la leyenda. El debut actoral de Torrente es un error imperdonable de casting: tan lánguida y afectada es su interpretación que hasta el microfoneo no le responde. Esta impericia contrasta con las actuaciones restantes, específicamente con la de Mariano Bertolini encarnando al soldado Juan Soria. Su gestualidad es milimétrica y poderosa, basta detenerse en su mirada para sentirse atravesado por esa angustia que el guion resalta torpemente al son de un bandoneón.
TRES EPISODIOS PARA UNA MISMA GUERRA Es raro que la Guerra de Malvinas haya sido un tema tan poco abordado por el cine argentino. Fue, después de todo, no sólo uno de los episodios más trágicos de nuestra historia reciente, sino también una guerra lo suficientemente particular como para generar relatos atractivos. Teniendo en cuenta esto, Soldado argentino sólo conocido por Dios de Rodrigo Fernández Engler tiene el interés a priori de constituirse como uno de los pocos largometrajes nacionales que se animan a abordar un tema como este. El relato, claramente dividido en tres partes, narra al principio la historia de los soldados protagonistas antes de entrar en batalla. El segundo tramo se centra en la batalla misma. El tercero girará más que nada en torno a las secuelas de guerra de los sobrevivientes, sumado a la historia de uno de los soldados caídos. En este último pasaje, quien adquiere protagonismo es una joven (Florencia Torrente) convencida de que el cuerpo de su hermano caído en Malvinas yace en una de las tumbas bajo el pseudónimo que da nombre a la película. Soldado argentino… encuentra su pico más alto en la parte media, sobre todo en lo que se refiere a la descripción de la convivencia entre soldados y las escenas de combate. Este último incluso presenta grandes hallazgos, como aquel momento en que se muestra cómo tres soldados inexpertos disparan como pueden contra barcos ingleses que cuentan con tecnología claramente superior. En esas escenas, el director logra que el espectador se sienta en el lugar de esas batallas en la que los soldados argentinos combatían con elementos precarios y se encontraban en una tierra al mismo tiempo desoladora y confusa. A estas escenas se le suma otra virtud: la capacidad del director de elegir locaciones del interior de Argentina muy similares a las de las Islas Malvinas. Sin embargo, ya en este segundo tramo de Soldado argentino sólo conocido por Dios algo empieza a resentir el resultado final de la película: diálogos que devienen en discursos altisonantes y efectistas, y un abordaje poco convincente de los conflictos personales de sus protagonistas. Esto último resulta ostensible ya llegando a la tercera parte de la película, en la que se trata el conflicto vincular entre el personaje de Torrente y el del atribulado soldado Juan Soria (encarnado con gran sensibilidad y hondura por el joven Mariano Bertolini). Por momentos, el personaje de Torrente pareciera estar puesto al servicio de enfrentar al de Bertolini a las limitaciones y fantasmas que lo acucian desde la guerra. Una línea argumental que aparece de manera forzada dentro de la trama y que se resuelve a las apuradas, imposibilitando cualquier tipo de empatía con la historia de amor planteada.
Tomando como base la leyenda del soldado Pedro, el director recrea el conflicto bélico de las islas Malvinas. Esta leyenda cuenta la historia de un valiente soldado que arriesgó su vida para salvar a sus compañeros y fue sepultado por los ingleses bajo el nombre genérico de Pedro al desconocerse su verdadera identidad. El film nos introduce en la historia de dos amigos cordobeses, Juan y Ramón, que representan a los miles de soldados que fueron convocados para participar de esta absurda guerra, que tan cerca tenemos en el recuerdo y produjo una herida que aun no cierra. Mariano Bertolini como Juan y Sergio Surraco como Ramón dan vida a estos personajes con actuaciones naturalistas y medidas. La película esta estructurada en dos momentos,uno la guerra y otro unos años después del regreso . En la segunda parte cobra relevancia Ana, interpretado por Florencia Torrente con una búsqueda personal sobre la identidad del legendario soldado Pedro. Y a su vez también nos presenta un relato convincente y reflexivo del calvario y las secuelas que sufrieron tantos ex combatientes en su reingreso a la sociedad. Con una correcta fotografía a cargo de Sebastián Ferrero y buenas interpretaciones musicales. Párrafo aparte merece destacarse el conmovedor tema musical, interpretado por Alejandro Lerner, “Aquellos otros”, que acompaña los títulos finales. Rodrigo Fernandez Engler ( Cartas a Malvinas , 2007 ) logra climas muy buenos tanto en los momentos bélicos como en las secuencias intimistas . Esta película es una mirada honesta y humana sobre la guerra de Malvinas.