Una cuestión terminológica.
Quizás la mayor faena de la comedia en general, ya no sólo contemporánea, es tratar de reciclar las mismas estructuras de siempre para aportar una mínima frescura narrativa que permita la aparición de unas sonrisas -a veces- escurridizas. Esa bendita “suspensión de incredulidad”, de la que tanto se vanaglorian la crítica y el público al momento de sopesar a los representantes de otros géneros, también se aplica a la farsa, su arquitectura y el cúmulo de leitmotivs que la apuntalan. Si hay una característica que sí ha marcado las últimas décadas es la recurrencia a latiguillos fatuos y groserías de distinta índole, siempre en consonancia con un regreso a los moldes más tradicionales del relato cómico y los chistes.
Ahora bien, indudablemente la comedia romántica ha sufrido en demasía este dualismo, léase la falta de originalidad acompañada por una bastardización del contenido. Salvo excepciones como la reciente ¿Puede una canción de amor salvar tu vida? (Begin Again, 2013) o el neoclásico 500 Días con Ella (500 Days of Summer, 2009), lo que prima son las buenas intenciones que terminan yéndose a pique vía engranajes marchitos, novedades inexistentes y facilismos de todo tipo. ¿Sólo Amigos? (What If, 2013), la última realización de Michael Dowse, un especialista en bufonadas de medio pelo, cae en muchos de los problemas del mainstream actual, entre los que se destaca una pose cínica e inconducente.
Para aquellos que no lo sepan, vale aclarar que estamos ante otro de los intentos de Daniel Radcliffe en pos de despegarse de Harry Potter y demostrar que puede desarrollar una carrera de “actor serio”; los ensayos anteriores fueron La Dama de Negro (The Woman in Black, 2012), Kill Your Darlings (2013) y la aún inédita Horns (2013). Nuevamente el título en castellano deja poco a la imaginación y dilapida la premisa central de la película, vinculada a un dúo de amigos y la posibilidad de que la relación pase a mayores: a pesar de que Chantry (Zoe Kazan) tiene novio y Wallace (Radcliffe) viene de una mala experiencia de pareja, entre ambos surgirá un cariño que se irá profundizando con el correr del tiempo.
Aquí se dan cita todos los clichés esperables: tenemos al secundario piola que aconseja al protagonista sobre la conquista, un viaje al exterior del partenaire de Chantry para que Wallace pueda “avanzar”, una bromita que fuerza la intimidad, histeriqueo de ocasión y una buena andanada de diálogos bobos con vistas a que no decaiga el “tono canchero” de la propuesta. La química entre Kazan y Radcliffe, cierta autoconciencia indie del personaje del segundo y la inclusión de segmentos animados y detalles de humor físico mantienen a flote al convite e impiden el descenso hacia el tedio total. Las disquisiciones terminológicas sobre “amistad” y “noviazgo” conforman el núcleo conceptual más interesante del film…