Cuando Wallace conoció a Chantry
Wallace (Daniel Radcliffe) no está pasando por su mejor momento, acaba de abandonar la carrera de medicina, su novia lo engañó, y ahora vive con su hermana y su sobrino dedicando sus días a lamentarse sobre lo mal que lo ha tratado la vida. Pero como sucede en estas historias, todo cambia cuando uno menos lo espera. En la fiesta de un amigo, y de forma casual, Wallace conoce a Chantry (Zoe Kazan), la química entre ellos es instantánea y no paran de hablar durante toda la noche, tienen una visión similar del mundo que los rodea, muchas cosas en común y un sentido de la ironía con el que construyen diálogos muy entretenidos para el espectador.
Todo sería perfecto si no fuera porque Zoe vive con su novio, y tienen una hermosa y estable relación, por lo que Wallace se ve obligado a ocupar el puesto de amigo, el único disponible.
Los amigos la pasan realmente bien juntos, cada salida no hace más que reafirmar todo lo que tienen en común, Wallace sabe que quiere algo más, pero para Zoe es más complicado, por lo que la pareja se tambalea entre dudas, tensión sexual y negación mientras que cada día la pasan mejor juntos.
La historia es predecible, pero está bien construida, no es pretenciosa, y trabaja sobre esa formula clásica de amigos que se vuelven más que amigos, con un buen guión, y especialmente buenos diálogos, cargados de ironía, y una pizca de cinismo aportada por su melancólico protagonista.
En cuanto a la estética hay un clima indie que recorre toda la historia, la protagonista es ilustradora, lo que se aprovecho para mezclar algunas imágenes animadas que reflejan el animo de su creadora, y la ciudad de Toronto, donde transcurre la historia, es un buen escenario.
Tanto Radcliffe como Kazan sostienen la historia con su carisma y sus muy buenas interpretaciones, y en cuanto al resto de las actuaciones son destacables las de Adam Driver y Mackenzie Davis, quienes componen a una pareja desestructurada que acompaña a los protagonistas.