Un poco de thriller, otro poco de comedia humorístico-romántica para consumo de ciertos sectores de espectadoras y bastante menos de imaginación se mezclan en esta enésima edición de la batalla de los sexos que un nutrido equipo de mujeres puso al servicio de Katherine Heigl, quizá con la intención de poner en marcha una franquicia que imaginaban rendidora. El origen está en la serie de novelas (dieciocho) escritas por Janet Evanovich, en torno de Stephanie Plum, una bella y graciosa chica de Nueva Jersey que sin ser experta en investigaciones ni contar con talentos especiales se las arregla bastante bien como cazarrecompensas, aunque por lo general se mete en complicaciones de las que casi siempre debe rescatarla algún oportuno caballero.
Sólo por dinero está basada en la primera aventura de la serie, aquella en la que Stephanie pierde su trabajo en una gran tienda, pasa por algunos aprietos financieros y, de modo azaroso, termina improvisada como cazadora de fugitivos de la justicia.
La misión resultará ser para ella doblemente estimulante, porque el que se ha andado escabullendo de la ley, además de ser ex policía y estar acusado de una muerte, es un personaje al que la chica conoció en el pasado y con el que tiene todavía algunas cuentas que arreglar. Como perro y gato, pues, andarán estos dos, según aconseja una receta más antigua que el cine mismo. Y será visible desde el primer momento que cuanto más crecen el rencor y la rabia entre los dos, más aumenta la mutua atracción. El thriller se administra en dosis mínimas. El entretenimiento, también.
Tres adaptadoras -Stacy Sherman, Karen Ray y Liz Brixius- y una directora, Julie Anne Robinson, entre cuyos antecedentes figuran algunos capítulos de Grey's Anatomy y una almibarada comedia juvenil con Miley Cyrus, no bastaron para nutrir el interés de esta historia que nunca alcanza el brío necesario y apenas proporciona un par de réplicas graciosas, además de la simpática presencia de algunos personajes secundarios.
Junto a Katherine Heigl, que luce su belleza en una escena de ducha y muestra algo de su desenvoltura como comediante, aparecen no uno sino dos galanes: Jason O'Mara y Daniel Sunjata. No porque el cuento sugiera demasiados indicios de triángulo amoroso, sino porque parece aconsejable que haya abundancia cuando se trata de un film destinado a la platea femenina.