Romance en las calles
Es imposible no reconocerlo: toda película que involucre a Katherine Heigl (con la honrosa excepción de Ligeramente embarazada) tiene necesariamente la marca de producto empaquetado y vendido con fórmulas predigeridas para el público femenino. Katherine viene siendo una de las reinas de las chick filks, más por insistencia de la industria que por el éxito rotundo de sus proyectos.
Con Solo por dinero, uno podía esperar más o menos lo mismo, con una cierta dosis de acción. El póster promete lo mismo. Pero la película, grata sorpresa, es otra cosa. Sí, hay una chica joven, soltera y moderna con la que se puede identificar fácilmente el público femenino. Sí, hay un interés romántico muy masculino, del cual se puede enamorar fácilmente el público femenino. Pero las fórmulas terminan ahí.
Una característica que le hace muy bien a Solo por dinero es la falta absoluta de glamour. Todo transcurre en Nueva Jersey, ese patio de atrás feo de Nueva York. Katherine interpreta a una divorciada que se quedó sin trabajo, está a punto de perderlo absolutamente todo y que (por lo menos al principio) se viste y peina mal. Ya en las últimas, decide rogarle a su primo que le dé un trabajo. Su primo se dedica a rastrear y traer de vuelta personas que no cumplieron con las condiciones de su libertad condicional o que han cometido crímenes, y sobre los cuales pesa una recompensa.
Lo curioso es que cuando esta película ya bastante extraña en sus planteos (una heroína divorciada, una familia que parece salida de una sitcom, una premisa muy concreta) entra en el terreno policial (que, dicho sea de paso, involucra a un ex novio de la juventud), la cosa cambia. Katherine es claramente una inútil que se está metiendo en un territorio complicado, como es el que cazar delincuentes. Más allá de los pasos de comedia, Solo por dinero tiene mucho de película de aprendizaje. Y ese aprendizaje es dentro de un oficio que recuerda al de los detectives privados de los viejos film noir: una persona con nexos con la policía pero que se mueve por fuera de la fuerza, que circula por los bajos fondos, rastrea personas y al hacerlo inevitablemente se cruza con una red de corrupción y crímen.
El realismo en el tratamiento de la violencia, la mugre que uno puede sentir en esas calles de Nueva Jersey, el peligro y la tensión que se manejan hacia la resolución de la trama alejan definitivamente a Solo por dinero de las fórmulas claras de los género prefabricados. Hay sorpresa, hay amor, sobre todo hay personajes que se sienten reales, que se mueven por barrios que conocen.
Hay, sí, como en toda película con Katherine Heigl, ciertos momentos de comedia forzada, de carisma que debería estar ahí pero no está. Quienes entren a ver Solo por dinero esperando (como promete su póster) una comedia romántica, van a salir desorientados. Probablemente eso haga que esta película no llegue a encontrar su público.