Jessica Johanna (Visión del cine):
El escritor y realizador Marcelo Briem Stamm regresa, después de Solos, con una historia sobre el poliamor.
En una época en que la diversidad está en foco, hay algunas minorías que aún no encuentran su lugar, por ejemplo, en el cine. Sucede con la bisexualidad, que en general es (mal) retratada como una confusión, como una etapa o como una curiosidad. Por otro lado, tampoco es fácil salirse de lo establecido, que una relación es y tiene que ser de a dos, que si hay un tercero es multitud. Marcelo Briem Stamm con su nueva película intenta deconstruir roles establecidos y apuesta a una historia de amor entre tres personas.
Chico conoce a chica. Nacho conoce a Ana en la fiesta de cumpleaños de su ex. Pero también conocen a Sebastián, un barman que los va seduciendo con seguridad y confianza. Nacho trabaja en un banco y es bastante estructurado. Ana está divorciada de quien fue su primer novio y después de sentirse una Susanita piensa que todavía está a tiempo de explorar cosas nuevas, de conocerse un poco más. Sebastián vive viajando, escapándole al frío del invierno pero con ganas de tener una relación profunda, se percibe en él una falta y necesidad de cariño.
Sebastián es directo y no da vueltas. Un fin de semana en la casa que está cuidando pone sus ideas sobre la mesa. Él tiene ganas de armar una relación y cree que el ideal de relación no es de a par, sino de a tres. Ana y Nacho no saben hasta qué punto tomarse en serio todo lo que este joven les dice y propone, pero algo en el fondo les hace sentir que necesitan probar y probarse.
Ana y Nacho exponen sus dudas e inquietudes, como queriendo asegurarse de que esto es real y no algo pasajero. Así se repiten cuestiones y preguntas: el qué dirán los demás, el hecho de que una relación de dos ya es complicada, que el mundo está hecho para parejas, que los gays tienen más derechos que un trío. No obstante, cuando se desprenden de los miedos incipientes y los prejuicios y se van a vivir, a probar vivir los tres juntos, los problemas que surgen son muy diferentes a los que esperaban y se parecen más a los que se tienen en cualquier convivencia: orden, limpieza, horarios.
De los tres personajes el que mejor está desarrollado en su curva dramática es sin dudas Nacho. El hombre serio y estructurado que decide no sólo ser parte de una relación de tres, sino que esos cambios se van a ir viendo reflejados en la vida que tenía armada, mudándose a la provincia, dejando de lado de a poco un trabajo que en teoría le prometía todo. Y es al único al que lo vemos enfrentar algunas de las cuestiones que tanto temían con Ana: el contarle a sus amigos y a su ex pareja en este caso.
Ana queda algo desdibujada aunque se la ve como una persona más segura de sí misma que Nacho, y Sebastián presenta en un principio algunos indicios que después parecen olvidados o no tenidos en cuenta. En su rol de seductor, de dominante, del que toma las decisiones, se nota algo posesivo que le resta algo de fluidez al comienzo de la relación que deciden llevar adelante.
Pero la película de Briem Stamm apuesta a un registro alejado de lo que uno podría esperar de una historia como ésta. Somos Tr3s es, antes que nada, una película romántica, una historia de amor algo utópica (una utopía que se escucha mencionar en la boca de sus protagonistas y en la banda sonora varias veces). O quizás pretende demostrar que aunque pueda parecer difícil, casi imposible de concebir para la mayoría, en realidad es más fácil de lo que uno piensa si se cree en eso.
La trama termina resultando muy simple, es cierto, con menos conflicto de lo que uno podría esperar (o resolviéndose cada uno de éstos de manera rápida). Es más bien un retrato de una historia de amor, un amor a primera vista, que no tiene en particular mucho más que el hecho de que son tres personas. Esa simpleza se ve reflejada en la realización, con escenas apoyadas principalmente en sus personajes. La banda sonora por momentos toma un protagonismo mayor del necesario y se siente un poco invasiva.
Los tres protagonistas exclusivos son Carlos Etchevers, Flor Dragonetti y Juan Manuel Martino y entre ellos se desprende mucha química que ayuda a que la trama se desarrolle con bastante naturalidad especialmente en su segunda mitad.
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