Un grupo de cinco amigos, que en algún momento de su infancia fueron campeones locales de Básquet, se reúnen para hacerle honor a su viejo entrenador. Sin embargo, la convivencia entre ellos, y sus familias, resulta más divertida de lo esperado.
Adam Sandler sentó cabeza, ya no es Billy Maddison, ni Happy Gilmore. Viene de hacer algunos dramas como Hazme Reir o La Esperanza Vive en Mi, y aún cuando hace comedia se mete con temas muchos más serios, matrimonio gay, conflicto Israel-Palestina, o bien, el envejecer, dependiendo el caso. Sin embargo, y sin tener en cuenta la profundidad o calidad con la que se trató estos temas en las películas que produjo, su mayor talento siempre ha sido la comedia.
Si bien Son Como Niños dista de ser su mejor comedia – ni siquiera es una gran comedia – marca el regreso a las buenas épocas de Sandler. El film es eso, una comedia, hay risas, que llegan desde distintos lugares, hay un bagaje amplio de recursos para sacarle una carcajada al espectador, un bagaje donde, aunque haya cosas ya vistas, logra sorprender al espectador. Lo curioso es que para llegar a esto evitó recurrir al camino fácil, al ser el epicentro, la estrella de la película. Aquí el verdadero protagonista es el reparto. Una sumatoria de nombres reconocidos, donde ninguno se destaca por encima de los demás, pero donde todos tienen su pequeño momento de gloria. Tal vez uno le sienta gusto a poco a las participaciones de cada uno, pero está bastante bien regulado el tiempo en pantalla que reciben todos.
Lo que sorprende aún más es que la participación de los personajes femeninos, normalmente las Salma Hayek o Maria Bello, quedarían eclipsadas por la figura de los nombres importantes de la comedia norteamericana, siendo meras sombras o acompañantes de las estrellas que el público va a ver. Gratamente, este no es el caso. Sin poder llegar a decir que son tan protagonistas como los Chris Rock, Kevin James, o David Spade, las damas de la película tienen sus momentos de brillo, pocos, pero efectivos, y definitivamente más de los que se le otorgan.
Tal vez el único defecto importante de la película caiga en la lección moral que pretende dar. No tanto porque uno no espere recibirla – lamentablemente siempre llega el tan mentado “mensaje” de la película – sino por el contexto donde se presenta, y el contenido de ese mensaje. Evitando caer en frases hechas o hacer evidente el final de la película, creo que la resolución entre “vencedores” y “vencidos” es un tanto irrespetuosa, a la sociedad estadounidense y en parte, al espectador. Este es un problema que el cine del que es parte Adam Sandler, acarrea desde hace rato. El mismo que se hizo presente en Click, y que fue protagonista en los dos dramas antes mencionados. Sin tener la necesidad de ahondar en muchas profundidades, la película podría haber sido mucho más que esto, esquivo con altura muchos clichés, pero solo para caer deliberadamente en muchos otros, y es una lastima.
No obstante, el resultado final es un filme genuinamente gracioso, con un par de detalles interesantes que logran escaparle a las películas de este género de “reencontrase con la juventud”, un reparto sólido, cuyo único defecto es extender demasiado la lección sobre el espectador.