El director de publicidad WHO incursiona en el mundo del cine con Soy tu karma, una comedia protagonizada por el español Willy Toledo, la colombiana Ana María Orozco y la argentina Florencia Peña.
La historia se centra en Darío, un hombre de casi 50 años que un día despierta junto a Renata, una completa desconocida para él. Sin entender muy bien qué es lo que acaba de ocurrir -y mostrándose escéptico ante las explicaciones de esa extraña-, diferentes hipótesis (como la posibilidad de que todo sea una trampa realizada por su ex mujer o por su actual suegro o, simplemente, una broma pesada por parte de su grupo de amigos) comienzan a surgir dentro de su cabeza.
Al final la realidad dista mucho de esas versiones. Renata le asegura que él es una existencia anterior a ella misma. Es que la mujer se encuentra en una sesión espiritista, en el año 2068, revisando sus vidas pasadas para entender los motivos por los que no puede quedar embarazada. Como si eso fuera poco, las otras existencias previas comienzan a aparecer como por arte de magia y cada una es más bizarra que la anterior: por un lado aparece Margarita, una actriz-monja ninfómana, por otro lado se presenta Vaccaro, un pirómano algo complicado de entender. También se hace presente Nuria, la médium que se encuentra dirigiendo la sesión de Renata en el futuro.
Uno de los principales problemas de Soy tu karma se da en los personajes secundarios, no se termina de presentar a uno que ya, de una manera forzada, se está incluyendo a otro. Durante todo el metraje van apareciendo nuevos y nuevos personajes pero, al fin y al cabo, ninguno realmente termina siendo relevante o aportando un mínimo a la película. El desarrollo de ellos se da superficialmente, de una manera vaga. Parece que existen sólo como excusa para explicar qué es lo que está ocurriendo.
Ahí es donde entra otra de las cuestiones fallidas: explicar todo a través del diálogo. El personaje interpretado por Florencia Peña (Nuria) parece creado sólo con la finalidad de explicar, mediante las conversaciones con los demás, cada cosa que ocurre en la escena. El guion, a cargo de Gustavo Cornillón, va perdiendo el sentido y volviéndose cada vez menos eficiente. En su intento por ser mucho termina convirtiéndose en algo rebuscado y poco carente de sentido.
Soy tu karma tampoco logra acertar en su objetivo principal: la comedia. Las situaciones cómicas se dan de una manera tan forzada, por no decir imposible, que difícilmente logran sacar alguna que otra risa. El hecho de tener que explicar a cada momento qué es lo que está ocurriendo repercute en las escenas que buscan ser graciosas. Estas terminan perdiendo todo sentido cómico y, finalmente, se ven atrapadas y desaprovechadas por un guion que hace agua constantemente.