El primer plano de “Spencer” ubica al espectador en los campos de Norfolk, locación donde transcurre toda la “fábula”, como el propio film se define en los primeros segundos de metraje. Los planos retratan la llegada de cajas en manos de un personal que desfila hacia las cocinas de la mansión donde transcurre la Navidad que reunirá a toda la familia real. Por otro lado, alejada de la puntualidad inglesa, Diana (Stewart) se demora en llegar, se detiene un bar para preguntar dónde está, luego corré hacia un espantapájaros que le recuerda a su infancia y a su padre (este recuerdo tendrá un significado profundo que se desarrolla en el film), y llega finalmente al lugar, donde el oscuro Allistair Gregory (Spall) la recibe con desdén y mirada furtiva.
En aquel fin de semana se alternan por un lado los preparativos lujosos para cada comida, las fotos protocolares, las actividades tradicionales (tiro, caza, misa) y por otro, la pesadilla que vive Diana, quien lucha por sostenerse. Su matrimonio con Carlos (Farthing) está en decadencia, se siente rechazada y lo unico que desea es huir de allí. Pasar ese fin de semana con la familia real no le causa otra cosa que angustia y ahogo (la utilización del collar de perlas como símbolo de lo que le pasa a Diana en su fuero interior es muy inteligente). ¿Su cable a tierra? Sus adorables hijos William (Jack Nielen) y Harry (Freddie Spry), y el vínculo que la une con Maggie (Hawkins), su asistente personal. Las escenas con estos personajes contrarrestan con alegría y amor la oscuridad y solemnidad de aquellos días grises.
“Spencer” profundiza con sensibilidad en una Diana frágil, casi siempre a punto de caer. Ella no quiere estar allí, ni pertenecer a ese ámbito y las formas que Larrain elige para contar esa sensación son atrapantes desde lo cinematográfico. El vuelo psicológico que se plasma en el film con la figura de Ana Bolena es efectivo e inesperado, le aporta una tensión a la película que incomoda y expone, desde otro lugar, el tormento de Diana.
La fotografía de Claire Mathon (a cargo del mismo rubro en “Retrato de una mujer en llamas”) es excepcional, y la música de Jonny Greenwood aporta los climas que el guión requiere, acompaña la tensión dramática y por otros momentos musicaliza la alegría y sensación de libertad del personaje.
La nominada al Oscar como mejor actriz protagónica Kristen Stewart ofrece un trabajo de composición sólido, con una carga emocional que afronta con profesionalismo y entrega. Su trabajo bien merece el premio de la Academia. Timothy Spall y Sally Hawkins también se destacan en sus respectivos roles con muy buenas interpretaciones.
Larraín, tras dirigir “Jackie” y “Ema”, vuelve a la carga con otro personaje femenino, esta vez uno irónico y también polémico. Una “Diana” que trata con sensibilidad y riesgo a la vez. Su mirada detallista en cada plano hace que Stewart se luzca desde la primera escena.
“Spencer” es una opción cinéfila más que recomendable, un trabajo de dirección formidable con una actriz protagónica que cautiva al espectador desde el comienzo.
Opinión: Muy buena.