Peter Parker regresa recargado a la pantalla grande con una aventura que tendrá consecuencias en el Universo Marvel
A esta altura del año, y después del bombazo que significó Avengers Endgame, que todavía se proyectas en algunos cines y regresa con una versión extendida la semana próxima, Marvel Studios todavía tiene ganas de sorprender a los fans; y lo hace con su personaje más emblemático: Spider-Man.
Porque a pesar de que el hombre araña recién ingresó hace tres años al Universo Cinematográfico de Marvel (UCM o MCU, según el idioma), su importancia se ha tornado imperiosa para el estudio dado que es quizá el personaje más importante de los comics de la editorial del mismo nombre.
Por eso, en Spider-Man - Lejos de Casa, el guión hace énfasis constantemente en subrayar la condición de genio de Peter Parker, al punto de considerarlo como “el sucesor de Tony Stark” (Robert Downey Jr.), que lo acompañó en su anterior aventura como mentor.
Esta secuela transcurre cinco años después de Spider-Man De Regreso a Casa (Spider-Man Homecoming, 2017) y algunos meses después de Avengers Endgame, por lo que se puede ver cómo ha quedado el mundo tras los hechos de esta última película. En este marco, Peter (Tom Holland) y sus compañeros de clase vuelan a Europa en un viaje educativo y allí el joven es contactado por Nick Fury (Samuel L. Jackson) que le pide ayuda para combatir a unos seres elementales que pueden destruir el mundo.
Ante la ausencia de los Avengers, Fury le pide a Peter que arme equipo con Quentin Beck (Jake Gyllenhaal) al que la prensa apoda Mysterio, y que dice venir de una tierra paralela donde esos seres destruyeron su mundo.
Pero, como es habitual en la vida del superhéroe, no todo es acción y aventura sino que el joven debe lidiar con una situación que, a pesar de sus poderes, lo tiene intrigado: ¿podrá declararle su amor a MJ (Zendaya) y ser correspondido? La película adopta en este perfil, un ritmo de comedia veraniega adolescente que por momentos crea contrapuntos comiquísimos, con excepciones.
El film cuenta nuevamente con la dirección de Jon Watts presenta un ritmo frenético desde la narrativa, aunque quizá la primera mitad se torne un poco reiterativo, quizá en el afán de introducir al espectador en el mundo en el que vive la humanidad después de Endgame, con una pleitesía universal hacia la figura de Stark, y con miedo a una nueva invasión alienígena.