Grandes éxitos volumen 8
El octavo episodio de esta interminable odisea galáctica lleva a los personajes a límites nunca explorados y con una maestría visual encomiable. Pero olvida algunos detalles fundamentales...
Desde que compró Lucasfilm, Disney se ha esforzado por hacer un borrón y cuenta nueva en todos los productos de Star Wars que se encontraban fuera del “canon” de las películas. Decenas de comics, novelas e inclusive algunas series animadas fueron borradas de un plumazo.
Pero a medida que avanza la realización de nuevos productos, más se afirma la idea de que la compañía del ratoncito Mickey vive “remasterizando” esas ideas, cambiando sólo algunos detalles del mismo.
En este caso le tocó el turno a Star Wars Los Últimos Jedi (Star Wars The Last Jedi, 2017), que en esencia no parece otra cosa que una remasterización de El Imperio Contraataca (The Empire StrIkes Back, 1980) y algunos comics como Imperio Oscuro, que fueron adaptados la historia que dejó colgando J.J. Abrams en el Episodio VII.
Y esto viene en base a que la película presenta una serie de escenas que se asemejan demasiado a ese film aunque realizados con un presupuesto a infraestructuras notablemente mayores. Y la historia plasmada en el guion no deja lugar a dudas: hay una evacuación, una persecución a través del espacio, el entrenamiento de un posible futuro jedi, y una confrontación con ribetes familiares de la que no es sensato adelantar mucho.
La historia, como dije, continúa justo donde quedó la película anterior: la Resistencia (conocida antes como la Rebelión) se anotó una importante victoria pero ya sin la República (que fue destruida) de su lado y financiando sus operaciones se ve obligada a enfrentarse a la Primera Orden (antes el Imperio Galáctico, se van reconvirtiendo las instituciones espaciales) en inferioridad de condiciones.
Es por eso que, al mando de la generala (ex princesa) Leia (Carrie Fisher), el siempre reducido grupo de combatientes de la libertad emprenden una huida a través de la galaxia mientras son perseguidos por los soldados blancos, al mando del general Hux (Domhnall Gleeson) y del lord sith Kylo Ren (Adam Driver), que de puro malo que es mató a su padre, Han Solo (Harrison Ford) en la anterior entrega.
Por su parte, la joven Rey logra dar con el maestro Jedi Luke Skywalker en un lejano planeta, donde viaja a entregarle su viejo sable de luz y a pedirle que la entrene en el uso de la Fuerza.
Con todos estos elementos a tener en cuenta, Los Últimos Jedi es una película más que interesante, que se ve madura, como que ha crecido junto a su público y que se muestra moderna y divertida a las nuevas generaciones. Quizá en este punto, se le pueda achacar el uso del “humor Marvel”, una fórmula que Disney (dueña de ambas franquicias) viene utilizando con éxito en sus películas de superhéroes pero que en la solemnidad de la “space opera” de Star Wars queda un tanto descolgada.
Sin embargo, el despliegue que lleva a cabo el director Rian Johnson es inmenso. La película se ve enorme, y no es por el tamaño de la pantalla, sino porque el director es un experto en transformar pequeñas historias en algo épico, como se pudo ver en Looper Asesinos del Futuro (Looper, 2012) y en algunos episodios de la serie Breaking Bad.
En paralelo, la película también representa un crisol perfecto en el que se unen e interactúan de manera creíble los miembros del reparto original -Mark Hammil y la desaparecida Carrie Fisher- con los nuevos actores, alternando momentos de gran angustia por el destino de alguno de ellos con otros de gran emoción y, en ocasiones, de sorpresa infinita como el espacio.
En definitiva, Star Wars Episodio VIII es una película que, a pesar de las fallas que pueda tener, genera sentimientos y reacciones (juro por la Fuerza que había una crítica llorando detrás de mi asiento), a la vez se convierte en un gran homenaje a la figura de Fisher, que murió en diciembre del año pasado luego de filmar sus escenas.
En la valoración global, Star Wars Los Últimos Jedi se convierte en una de las mejores películas de Star Wars, de esas que a la salida del cine se la puede ubicar “allá arriba” (siempre por debajo de El Imperio Contraataca, por supuesto) aunque con el correr del tiempo nos vamos dando cuenta de que el espectáculo visual no fue sino un vil truco de Johnson –que con este trabajo se ganó una trilogía propia a desarrollar en los años venideros- para distraernos de ciertas cuestiones de fondo que, al final, continúan sin ser resueltas. “Esto lo empezó J.J. Abrams ahora que lo termine él”, debe de haber pensado Johnson mientras escribía, filmaba y llenaba de efectos increíbles esta nueva aventura que cuenta con un mensaje final por demás emotivo, al estilo de una fábula.
¡Que la Fuerza la acompañe!