A fines de los ’90, un grupo de jóvenes cineastas de la ciudad de La Plata comienza a trabajar con Adrián y Ramiro García Bogliano, dos hermanos de origen español. Todos juntos forman la productora ultraindependiente Mondo Trasho. El resultado: cortometrajes terroríficos y perturbadores (Policlínico Miserable, por nombrar uno), y el largometraje Habitaciones para Turistas, de 2004, que participó en miles de festivales Internacionales y hasta fue estrenado comercialmente en los Estados Unidos.
A mediados de la década de 2000, Mondo Trasho se disuelve, pero los integrantes más representativos (los García Bogliano y el productor Hernán Moyano) forman una nueva productora: Paura Flics, que desde 2005 no deja de filmar películas de horror puro, sin ironías, repletas de sangre, desesperación, muerte. Si no, chequeen Grité una Noche, 36 Pasos, No Moriré Sola, Masacre Esta Noche.
Estos film fueron hechos con poco dinero pero usando mucha imaginación, talento y garra. Lamentablemente, sólo podían verse en festivales o ciclos especiales. Si bien con el tiempo fueron editadas en DVD por la distribuidora VideoFlims, faltaba la experiencia de disfrutarlas más tiempo en pantalla grande.
Con Sudor Frío, su nuevo y no menos aterrador opus, Paura Flics ingresa a las grandes ligas. La película es co-producida por Pampa Films y se estrena en salas comerciales.
Román (Facundo Espinosa) y su amiga Ali (Marina Glezer) llegan a una casa que parece desabitada. Allí podría encontrarse Jacquie (Camila Velasco), la novia de Román, quien está desaparecida desde hace tiempo. Pero la casa está habitada por dos ancianos poco amigables. Para que se den una idea, se dedican a secuestrar y torturar chicas para descifrar enigmas matemáticos. El método de tortura: un líquido capaz de volar en pedazos a cualquiera. Román y Ali deberán ingeniárselas para escapar de aquella sucursal del infierno.
Al igual que las películas nombradas más arriba, Sudor Frío es un viaje de ida a las más inquietantes de nuestras pesadillas, a terrores que moran en la casa de al lado. Ya no hay elementos de cine slasher, pero sí monstruos de la vida real, sobrevivientes del pasado pesado de nuestro país, cosa que lo hace más palpable al horror.
Adrián García Bogliano sabe filmar, y filma terror como muy pocos hoy en día. Su manejo del suspenso, la tensión, el impacto, los encuadres, los climas, no tiene nada que envidiarle a sus colegas anglosajones o de otras partes del mundo. Y se nota que se nutrió de los clásicos del género. En su cine aparecen Alfred Hitchcock, John Carpenter, Darío Argento... Y en el caso de Sudor Frío, dicen presente las influencias de William Friedkin (sobre todo Sorcerer, remake norteamericana de El Salario del Miedo, de Clouzot; películas con explosivos en la trama), George A. Romero, Wes Craven y Rob Zombie.
En cuanto al elenco, Facundo Espinosa pone todo en su papel de muchacho común que debe arriesgarse para salvar a su chica de tan oscura y esotérica situación. Marina Glezer compone a un chica de armas tomar, que trata de no caer en la locura. La debutante Camila Velasco tiene un papel física y psicológicamente exigente: está casi toda la película cubierta por la sustancia explosiva y debe moverse con cautela. Omar Musa y Omar Gioiosa (los habitantes de la casa) se lucen en sus papeles, dándole realismo y cierta humanidad a personajes desagradables y letales. También aportan lo suyo los extravagantes vecinos de los torturadores, sobre todo el inquietante niño con máscara de payaso.
Entre tanta muerte y sangre también hay un pequeño lugar para la crítica al mundo moderno y sus manejos con la tecnología. Las víctimas de los ancianos acuden a la casa engañadas por chat; y Román, cuando su celular queda sin señal, pide auxilio vía Facebook, sólo recibiendo burlas e insultos.
A la película se le puede criticar la secuencia de inicio, que explica demasiado muy de golpe. Podría haberse dado entender lo mismo en alguno de los flashbacks del torturador más viejo. Pero eso no estropea para nada la película, que sigue siendo un himno a la tensión infernal.
Los responsables de Sudor Frío afirmaban que la suya es la primera película de terror argentina que se estrena comercialmente en cincuenta años, desde Obras Maestras del Terror, dirigida por Enrique Carreras, allá por 1960. Eso no es así: en las décadas posteriores hubo exponentes financiados por el Instituto, como Alguien te está Mirando, en 1988, y diez años después, Visitante de Invierno. Además, están los ahora divertidos films de Emilio Vieyra, como Sangre de Vírgenes. Entendemos que la declaración pudo ser una jugada publicitaria por parte de los realizadores, y logró llamar la atención. También es verdad que la mayoría de esos ejemplos no tuvieron detrás un aparato publicitario indispensable para que pudieran llegar al gran público, como si lo tiene la nueva creación de García Bogliano, quien en las entrevistas y gacetillas dijo en concreto lo siguiente: "(SF) Tiene la particularidad de ser la primera película de horror argentina que se hace pensada a nivel industrial como para un estreno en salas comerciales". Usando esas palabras tiene sentido, ¿verdad?
Más allá de si es o no la primera película argentina de horror en cincuenta años, esperemos que Sudor Frío tenga el éxito que se merece, y que el cine argentino más industrial siga apostando por el cine de género, y por el terror en particular.