Las playas brasileñas fueron el paraíso de la clase media argentina en la década del "90 y Ana Katz traslada esa etapa a "Sueño Florianópolis" para contar las vivencias de una familia tipo a punto de separarse. En ese universo de caipirinhas, arena, mar y banana boat aparece reflejado un poco lo que es el comportamiento argentino en el exterior. Con esas "argentinadas" que nos identifican y avergüenzan a la vez, como llevarse algún souvenir del hotel y "mandar fruta" con el idioma, en este caso el portugués.
La quinta película de Katz -ganadora del premio especial del jurado en Karlovy Vary por este filme- sigue a los psicoanalistas Lucrecia (Mercedes Morán) y Pedro (Gustavo Garzón), un matrimonio que viaja a Florianópolis junto a sus hijos adolescentes, Julián (Joaquín Garzón) y Florencia (Manuela Martínez).
Cuando ellos llegan a la isla se encuentran con que el departamento que habían alquilado desde Buenos Aires (sin tener referencias, claro, porque no había internet) está en un estado deplorable. Entonces deciden contactar a unos brasileños que conocieron por casualidad en la ruta, Marco (Marco Ricca) y Larissa (Andrea Beltrao), para alquilarles una casa.
Alejados de todo e influenciados por las delicias del ambiente tropical, Lucrecia y Pedro, que están evaluando el tema de la separación y cuyos hijos ya son algo grandes para pasar tiempo con ellos, se atreven a explorar nuevos horizontes y a experimentar otro tipo de libertades.
PADRES E HIJOS
La realizadora de "Una novia errante" y "Mi amiga del parque" nuevamente vuelve a poner el foco en un personaje femenino y sus impresiones sobre las relaciones de pareja y la familia. Esa familia que constituye en "Sueño Florianópolis" es uno de los aspectos más ricos del filme. La cineasta eligió a los hijos de los actores -en la vida real- para que encarnaran a los de la ficción. Manuela es hija de Morán y Joaquín, de Garzón. La decisión de priorizar la naturalidad del vínculo es lo que termina de darle solidez a ese grupo de personajes en la película.
"Sueño Florianópolis" es nostálgica, íntima, pero sobre todo personal. La filmografía de Ana Katz está marcada por la hibridación entre el drama, la comedia y el absurdo. Una directora que sabe correrse de lo convencional para contar historias de mujeres auténticas.