Contame esta historia
J. J. Abrams después de Lost no está perdido y logra una bella historia como las de antes con producción de Steven Spielberg.
El cine es una pasión para hacedores y espectadores. Si el film que se hace es metacinematográfico hasta un punto el placer es mayor. Si se trata de filmar en Super 8 la aventura está asegurada. Si además hay una mirada amorosa sobre el cine el deleite se ensancha y si como plus hay intriga, el ruido de los que comen pochoclo hasta se puede obviar.
Corre 1979 y durante el rodaje de un film amateur, en Super 8, un grupo de adolescentes presencian un hecho inusual: el descarrilamiento de un tren que deparará en que nada vuelva a ser lo mismo. ¿Qué extraño suceso cambiará la vida de Lilian, ese pueblo tranquilo de Ohio? Allí la intriga se adueña de todo.
J. J. Abrams, creador de Lost, guionista y director en Súper 8 demuestra que cuando puso patas arriba el concepto narratológico de las sitcoms, convirtiendo en adictos a los seguidores de los náufragos por muchas temporadas haciendo caer para siempre conceptos cartesianos, no estaba improvisando y que todavía se pueden narrar novelas sentimentales, de iniciación y ver a través del ojo de un actor nuestra propia experiencia pasando frente a nosotros. ¿Es cultura de masas o popular? ¿Y a mí qué me importa si me conmociona, si logra que ame al cine? porque además, esta vez no recurrió a una argamasa de conocidos, ilustres y candidateados al Oscar. Pero igual cuidó la imagen con amorosa mirada y los actores salieron airosos. Así le posa una idílica visión mostrando como un grupo de pibes camino a ser jóvenes quieren filmar por amor al arte una peli de zombis, pasar las vacaciones pueblerinas haciendo de eso el motor y el deseo y sus expectativas cambian y el pueblo también.
El que quiera ver en la película de J .J. Abrams un homenaje a Steven Spielberg que aquí produce y experimente nostalgias de Historias Extraordinarias, Encuentros cercanos del Tercer Tipo y de la inolvidable ET, debe pasar por el cine más cercano para apreciar que lo viejo no siempre está caduco, que novedad no siempre significa nuevo y que algunas fórmulas siguen funcionando porque nos dan una historia que es lo que vamos a buscar cuando abrumados de candidatos políticos necesitamos una ficción mejor y más posible que la que ellos prometen y porque el cine es un espacio intangible que da revancha cuando es bueno y olvido cuando no, pero intenta no dejar de ser el séptimo arte. Y ese rato se agradece de por vida.