Mi pequeña debacle
Había una vez un señor llamado Steven Spielberg que ofrecía películas tan buenas como la que hoy nos ocupa: definitivamente esos días han quedado en el pasado, sepultados por un sinfín de opus pretenciosos que no sólo perdieron la magia de antaño sino que además aburren desde todo punto de vista, pensemos por ejemplo en las tediosas Munich (2005) o La Guerra de los Mundos (War of the Worlds, 2005). En esencia Super 8 (2011) es otro de esos casos en que un maestro en decadencia es vencido por un alumno aventajado, tan dedicado y prolijo en lo suyo que no se le puede objetar casi nada: J. J. Abrams revive y aggiorna aquel espíritu de los ´70 como lo hiciera con el de los ´60 en Star Trek (2009).
La historia transcurre durante el verano boreal de 1979 y se centra principalmente en una serie de extraños acontecimientos que se desencadenan en Lillian, un pueblito de Ohio, a partir del descarrilamiento de un tren perteneciente a la Fuerza Aérea: casualidades mediante, en el mismo lugar del suceso un grupo de chicos estaban filmando una cinta de zombies en super 8 para ser presentada en competencia en un festival. Con una gran puesta en escena y sin estrellas hollywoodenses, la obra se juega de lleno por el desarrollo de la dinámica familiar de los niños protagonistas, un suspenso de pulso creciente, muchos remates cómicos y el viejo recurso clase B de no mostrar al responsable hasta el desenlace.
Tan sencilla en términos narrativos como anómala en el contexto industrial contemporáneo, la propuesta cuenta con un ADN saturado que saca a relucir desde el primer momento y en función del cual resulta encantadora y atrapante: así descubrimos elementos que han sido sustraídos de una amplia gama de fuentes, desde los clanes disfuncionales de Encuentros Cercanos del Tercer Tipo (Close Encounters of the Third Kind, 1977) y una asignación de roles símil Los Goonies (The Goonies, 1985) hasta arrebatos de una criatura posmoderna a la Cloverfield (2008), un capítulo final calcado de E.T.: El Extraterrestre (E.T.: The Extra- Terrestrial, 1982) y un par de detalles de la pesquisa que recuerdan a Tiburón (Jaws, 1975).
Abrams, con el beneplácito de Spielberg, construye un retrato humanista de una debacle de la “América profunda” combinando sutilmente el melodrama, el cine catástrofe, la ciencia ficción más paranoica, las comedias de aventuras y algunos chispazos de horror furtivo. Poniendo el ojo en el torbellino de las comunidades pequeñas y las eternas tácticas del gobierno estadounidense para tapar “accidentes” que no lo son, Super 8 se transforma en una experiencia muy gratificante por el maravilloso desempeño del elenco y una certera edición sonora: los adultos agradecerán que los CGI estén reducidos al mínimo y el público adolescente disfrutará de un relato enérgico, anti- gore y sustentado en dilemas plausibles…