Como Steven Spielberg, productor de la película y destinatario evidente del homenaje que concibió J. J. Abrams, los protagonistas de Súper 8 manifiestan desde temprano su amor por el cine. Son media docena de preadolescentes de un tranquilo pueblito de Ohio que piensan invertir íntegramente su temporada de vacaciones en la filmación de un cortometraje sobre zombis para llegar a tiempo de inscribirlo en un festival. Comandado por el gordito Charles (Riley Griffiths), el equipo entero está en pleno ajetreo de preproducción. Incluso Joe, que hace cuatro meses perdió a su madre en un accidente de trabajo y encuentra en la preparación de los trucos y los maquillajes una labor que lo rescata de su abatimiento. Se filmará de noche en una abandonada estación de tren y al grupo de camaradas se sumará, como protagonista femenina, Alice, la más linda de la clase, que los dejó boquiabiertos en su primera prueba de casting y acaso también aceleró el corazón de algunos.
Ambiente de pequeña comunidad provinciana, ingenuidad, nostalgia, compañerismo juvenil, algún monstruo de fantasía, el despertar amoroso, el espíritu de aventura? Para que el homenaje a Spielberg sea completo sólo falta que algún peligro real agregue el nervio del thriller, y quizá también algún alien . Todo esto no tardará en llegar, aunque Abrams, con buen criterio, concede bastante tiempo al espectador para familiarizarse con los personajes y tender algún vínculo afectivo con ellos, tanto como para que cuando comience el gran espectáculo la platea comprometa alguna emoción y no viva sólo el impacto de otro festival de efectos especiales.
De la historia familiar el film salta a la ciencia ficción en un par de giros la noche misma en que los chicos inician el rodaje de El caso , que así se llama su (presumiblemente) ópera prima. Contra todos los pronósticos, un tren aparece a toda velocidad por el ramal inactivo junto al cual están filmando. Con la rapidez de reflejos de un camarógrafo de noticiero, Charles ve la oportunidad de sumar recursos a su modesta producción y hace repetir la escena a los gritos y con el sonido y el fondo del tren que pasa vertiginosamente. En seguida, la loca carrera del convoy termina en un accidente espectacular unos metros más allá de la estación, y a partir de la catástrofe toda clase de extraños episodios y misteriosas desapariciones empiezan a producirse en el pueblo. Parece que la carga que transportaba el tren y fue liberada en el choque no era del todo inocua.
Los adultos se movilizan y también intervienen la policía y la fuerza aérea. El caso -no el de la ficción de los zombis sino este caso real- es de verdad grave. Pero como buenos adolescentes ante la posibilidad de vivir una aventura, los chicos, que tienen sus motivos para estar más que asustados, se ponen a investigar por cuenta propia. Es natural: ya es hora de que el homenaje de Abrams aluda a Encuentros cercanos del tercer tipo y ET, el extraterrestre .
Probablemente esta segunda mitad del film entregue menos de lo que prometía la primera, apuntalada por el trabajo de los jóvenes actores (en especial Elle Fanning y Joel Courtney), pero de todos modos el entretenimiento está asegurado.
Conviene subrayar que esta vez no es aconsejable retirarse antes de que hayan pasado los créditos del final.