Cuando se piensa en cine queer argentino, surge el nombre del director Marco Berger. Pero más allá de que sus películas Plan B, Ausente y Hawaii presentan relaciones entre hombres, nunca hay una homosexualidad explícita. Berger prioriza los personajes (mayormente de sexo masculino) y el vínculo entre ellos; no impone la cuestión gay, que surge de manera espontánea, como cualquier historia de amor. Taekwondo va por ese mismo camino.
Un grupo de amigos de veintipico se junta en una quinta a pasar unos días. La rutina (o antirutina) incluye tenis, pileta, asado, medialunas y marihuana, a su vez con interminables charlas sobre Mario Bros., fútbol, mujeres, sexo y amor. En ese contexto de disfrute, Germán (Gabriel Epstein) y Fernando (Lucas Papa), dos compañeros de taekwondo, empezarán a conocerse mejor y a sentir que hay una atracción entre ambos que podría trascender la amistad.
La película presenta a personajes que, antes de adentrarse en la madurez (hablan de casamiento, en los casos de quienes tienen novia), comparten agradables momentos juntos y hasta aprovechan para salir algunas noches y tener relaciones con alguna chica que se aparezca. Los directores los muestran de modo naturalista, ya que los vemos cambiarse y estar desnudos juntos, carentes de inhibiciones. Sin embargo, los planos genitales no son gratuitos sino que funcionan como un recurso más para plasmar la cotidianeidad de las vivencias de los amigos; un elemento tan incorporado al relato como los partidos de fútbol y las aventuras con chicas. La naciente e implícita historia de amor entre Germán y Fernando va surgiendo paulatinamente, sin caer en clichés (hay miradas, hay roces, pero ninguna insinuación verbal), y con algún posible conflicto por ahí.
En esta oportunidad, Berger tiene como codirector a Martín Farina, quien había dirigido Fulboy, documental sobre un equipo de fútbol de tercera división. Su capacidad para adentrarse en la intimidad de aquel grupo (incluyendo charlas en el vestuario y duchas desnudos) también se refleja en la película, de manera que el público se pueda sentir uno más de los muchachos o, al menos, adoptar el punto de vista de Germán, el recién llegado.
Luego de la más experimental Mariposa, Berger vuelve con Taekwondo a terreno más conocido. Un film intimista, dialogado pero nunca monótono, que muestra a personajes a punto de arriesgarse y ser fieles a sus propios sentimientos.